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Casi 60 después de operar el primer reactor nuclear comercial del mundo, el Reino Unido se dispone a liderar una nueva era nuclear con un doble objetivo: reducir sus emisiones de CO2 y su dependencia energética.
La aprobación por parte del Parlamento británico de ocho ubicaciones para la construcción de nuevas centrales avalan el programa nuclear más ambicioso de Europa, en el que participa la empresa española Iberdrola.
El Gobierno británico ha dejado claro que no habrá ayudas directas de ningún tipo a las empresas que inviertan en las nuevas centrales y que además tendrán que asumir el coste de la gestión de los residuos que generen.
Una de las claves de por qué aún sin subsidios, las centrales nucleares son una inversión golosa para el sector privado en el Reino Unido está en el borrador de Reforma del Mercado Eléctrico que acaba de presentar esta semana el Gobierno de coalición que preside David Cameron; en el que se habla de establecer a largo plazo un precio fijo que las nucleares obtendrán por su producción.
Además, el borrador plantea fijar un precio mínimo para la tonelada de CO2, lo que encarecerá la generación de los combustibles de origen fósil y hará más atractiva la electricidad con menos emisiones.
Ha charlado con industriales, políticos, científicos y demás actores implicados en el "renacimiento" nuclear británico en un encuentro organizado en Londres por el Foro Nuclear español. Estas son algunas de sus claves:
La energía nuclear en el Reino Unido
El Reino Unido tiene 19 reactores operativos en 10 emplazamientos que en 2009 alimentaron el 18,5% de la demanda eléctrica del país. De estos 19 reactores, 18 estarán cerrados en 2035. El presidente de la Asociación de la Industria Nuclear británica (NIA en sus siglas en inglés), el ex parlamentario laborista, Martin O'Neill, asegura que la energía nuclear genera 53.000 empleos directos y 80.000 indirectos en este país.
Vuelta de tuerca en la política energética
Tras 20 años sin plantearse la construcción de nuevos reactores, Tony Blair anunció en 2003 que su gobierno estaba "reconsiderando" la posibilidad de que las nucleares estuvieran en un mix energético futuro. En 2006 inició una consulta pública a empresas, organizaciones sociales y ciudadanos para ver qué les parecía esta posibilidad.
El ministro laborista de Energía que encargó esa consulta, Malcolm Wicks, explica que lo que principalmente querían saber es "si los ciudadanos estaban de acuerdo en que el Gobierno diera luz verde a la construcción de nuevos reactores". Pues bien, sus resultados decían que el 20 por ciento estaba "totalmente a favor", el 15% "radicalmente en contra", y el resto marcó una casilla que decía: "Creo que la energía nuclear debe desempeñar un papel en la lucha contra el cambio climático".
El 10 de enero de 2008, el Gobierno laborista anunció que las nucleares estarían en el futuro mix energético, sin ayudas públicas y asumiendo la gestión temporal de sus residuos, pero con un marco legal que garantizaría la rentabilidad de sus inversiones. En 2009 el Parlamento aprobó por mayoría dos modelos para los nuevos reactores, AP 1000 de Westinghouse y EPR Areva.
¿Y qué opinan los británicos?
Según una encuentra de la NIA, el 44% de los británicos apoyaba la energía nuclear en 2008, frente al 20% de 2008. El porcentaje de detractores habría pasado del 60% de la población en 2001 al 19% en 2008.
El ex parlamentario conservador Lord Patrick Jenkin subraya que este cambio de opinión tiene mucho que ver con la insularidad del Reino Unido y su temor a tener que depender de los recursos energéticos de Oriente Medio o Rusia. Los británicos tomaron nota cuando Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania "y ven claro que las plantas nucleares actuales tienen que ser reemplazadas en 2025 para asegurar el autoabastecimiento a través de una energía que es segura, no dependiente de fluctuaciones económicas y limpia", argumenta O'Neill.
El argumento ambiental
Precisamente, el que la nuclear sea una energía 'limpia', libre de emisiones de CO2 es el principal argumento que esgrime el Gobierno británico para impulsarla y apoyarla. En ninguna de las más de 200 páginas de su reforma energética menciona la palabra "nuclear" pero todo el mundo, sobre todo los interesados, sabe que se refiere a ella cuando menciona la "low carbon generation".
El Reino Unido se ha propuesto reducir sus emisiones un 80% -respecto a los niveles de 1990- en 2050. Y, aunque aún no está aprobado, el Gobierno plantea un recorte de emisiones del 60% en 2030, lo que supondría un recorte del 46 por ciento menos de las emisiones que tiene en la actualidad en sólo 20 años. Si los británicos mantienen el actual ritmo de consumo eléctrico, su proyecto de descarbonización radical requeriría 40.000 megawatios (MW) de generación libre de emisiones.
El responsable de nuevos proyectos nucleares del Ministerio de Energía, Hergen Haye, subraya que la manera de lograrlo es con nuevos reactores nucleares y con más renovables (quieren que represente el 30% del mix en 2020 frente al 7% actual).
El programa nuclear británico
El pasado 9 de noviembre el Gobierno británico aprobó 8 ubicaciones en Inglaterra y Gales para acoger las futuras centrales nucleares, todas ellas situadas en lugares donde ya existen otras plantas. Los nuevos reactores aportarán 16.000 megawatios (MW) que entrarán en funcionamiento entre 2018 y 2015.
Escocia queda descartada porque su Gobierno, liderado por los nacionalistas escoceses, se opone a la construcción de nuevos reactores en su territorio. Aunque O'Neill prevé que la situación podría cambiar en la primavera de 2011, cuando se espera un vuelco electoral que dé la victoria a los laboristas escoceses, partidarios del "renacimiento nuclear".
Los nuevos emplazamientos son: Bradewll-on-Sea (en Essex); Hartlepool y Heysham (en Lacashire); Hinkley Point (en Somerset); Oldbury (en Gloucestershire); Sellafied (en Cumbria); y Suffolk y Wylfa (en la Isla de Anglesey).
El Parlamento prevé que la reforma del mercado eléctrico esté aprobada antes de julio de 2011 y seguir avanzado en licencias y normativa para que la construcción de los primeros nuevos reactores comience en 2014, una vez pasen el trámite de consulta ciudadana, y entren en funcionamiento en 2018.
Cada nueva central costará unos 4.000 millones de euros y estará preparada para funcionar, como mínimo, 60 años.
Nuevos empleos
La NIA estima que la construcción de las nuevas nucleares podría crear 100.000 nuevos puestos de trabajo en los próximos 20 años, una oportunidad ante la que la industria nuclear ha creado un centro de formación especifico para jóvenes, según indica su presidente.
Iberdrola, uno de los actores
Al calor de los nuevos planes nucleares han acudido grandes empresas eléctricas que ya han adquirido los derechos para algunos emplazamientos.
Entre ellas, está Iberdrola que, en consorcio con GDF Suez y Southern Energy, ha creado la sociedad NuGen que ya ha comprado unos terrenos por valor de 70 millones de libras para una nueva planta junto a la instalación nuclear de Sellafield, al noroeste del país.
Para el director nuclear del consorcio y directivo de Iberdrola, Alfio Vidal, el Gobierno británico está haciendo un "gran esfuerzo" para impulsar las inversiones en nucleares, dando "los pasos adecuados" y con un amplio consenso político.
Qué dicen los ecologistas
Fuentes consultadas de Greenpeace Reino Unido avanzan que se plantean acciones legales contra el Gobierno británico por la forma en la que está "tramitando" el nuevo programa nuclear. Los ecologistas consideran que las nuevas centrales dejarán un legado de residuos nucleares que será peligrosos durante decenas de miles de años, "sin contar con que los nuevos reactores son nuevos objetivos para los terroristas".
¿Qué harán con los residuos?
Todas sus centrales nucleares cuentan con piscinas donde almacenan el combustible irradiado a corto plazo. Posteriormente, los residuos de baja y media actividad se reprocesan y se almacenan temporalmente en el complejo de Sellafield. En 2006 se aprobó el uso de un Almacén Geológico Profundo para la gestión final de los residuos, al igual que hacen Finlandia y Suecia. Consiste en aislar los residuos a profundidades de entre 200 y 1.000 metros en formaciones geológicas adecuadas mediante la interposición de barreras naturales y geológicas.
El emplazamiento lo decidirá la Autoridad Nacional de Desmantelamiento Nuclear (NDA en sus siglas en inglés), aunque de momento ya hay tres ciudades candidatas a albergarlo en el entorno de Sellafield.
Las nuevas centrales deberán construir, gestionar y financiar su propio almacén temporal, donde albergarán sus residuos hasta su traslado al Almacén Geológico Profundo.
El caso de España
Algunas empresas e instituciones como el Foro Nuclear echan de menos el consenso político en materia energética en España, como ocurre en el Reino Unido.
La presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez, echa en falta en España ese consenso y opina que "el Reino Unido es un país que mira hacía delante mientras nosotros stamos estancados. Es triste ver que las empresas españolas tienen que venir aquí a invertir".
Para Alfio Vidal, portavoz de Iberdrola en el Reino Unido, en España es "impensable" plantearse actualmente la construcción de nuevas centrales nucleares.
Desde hace meses, el gobierno español y el principal partido de la oposición, el PP, intentan cerrar un pacto energético que dé estabilidad al sistema y permita planificar con mayor consenso el futuro energético del país.
En España funcionan actualmente ocho grupos nucleares que en 2009 aportaron el 17,6% de la demanda de energía eléctrica. De los ocho grupos, tres deben renovar sus autorizaciones en 2011.
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