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En los 10 mil años de cultura andina, nuestros antepasados también afrontaron escasez de agua por problemas climáticos, por ello desarrollaron tecnologías para sembrar agua en época de lluvia y cosecharla en periodos de sequía. Estas prácticas ancestrales han sobrevivido al paso del tiempo y puede ser una buena alternativa de adaptación al cambio climático.
“Ellos sabían que la lluvia era fuente nueva de agua, que cuando cae se congela en las montañas o se acumula en las lagunas, o circula por ríos, se infiltra en las plantas en el suelo y subsuelo, ellos conocían este ciclo lo que les permitió desarrollar 26 sistemas de siembra y cosecha de agua” sostuvo Andres Alencastre del proyecto Gestión Social del Agua y Ambiente de Cuencas.
Entre estas tecnologías, dijo, se tiene a los waru waru diseñadas para zonas de inundación, los andenes para laderas, las amunas para zonas con poca lluvia, las galerías, los bofedales, las chacras hundidas, entre otros.
“Por ejemplo en Huarochirí se practica las amunas, por ser una zona donde llueve poco y no hay desglaciación, consiste en captar a más de 4,500 metros de altura el agua de lluvia, derivarlas por acequias y sembrarlas en rocas porosas con alta permeabilidad, para meses después cosecharlas 1,500 metros más abajo, mediante manantiales, puquios o quebradas” explicó.
Alencastre apuesta por la combinación de estas técnicas ancestrales con infraestructura moderna como una forma de adaptarnos al cambio climático cuyo impacto en el Perú se siente con las alteraciones en las lluvias y la reducción de las fuentes de agua.
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