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Martes 25 de Mayo de 2011
La Posada ofrece visitas a las collpas, unos promontorios elevados a la vera de los ríos donde loros, guacamayos y periquitos se reúnen a comer arcilla para limpiar sus organismos; una excursión de un lago para observar nutrias y otros animales silvestres, y caminatas en el bosque de día y de noche. El albergue está construido con materiales locales que se mezclan con el entorno. El diseño del albergue da al visitante la experiencia de estar en el bosque: cada habitación tiene un lado abierto, protegido sólo por una terraza, para ofrecer vista directa a los árboles.
En 1995, el fundador de Rainforest Expedition, Kurt Holle, y su socio, el peruano Eduardo Nycander, querían construir una casa de campo cerca de Puerto Maldonado para atraer a los turistas con sólo unos pocos días para visitar el Amazonas. Holle ya tenía cinco años en su haber como director del Centro de Investigaciones Tambopata, un lodge de 18 habitaciones en una zona deshabitada junto a la Reserva Nacional de Tambopata, un paraíso para los guacamayos y una gran variedad de vida silvestre.
Fue entonces cuando recibieron una carta del jefe de la comunidad Ese-Eja, que estaba interesado en la construcción de un albergue en el Infierno para crear puestos de trabajo para su pueblo. En 1996, la Comunidad firmó un contrato garantizando la concesión de su tierra a 20 años para el albergue. En esta etapa, la comunidad de 120 familias acordó dejar la gestión en Holle y creó un comité de supervisión para auditar el albergue. El contrato otorga a la comunidad el 60% de las ganancias, mientras que Rainforest Expedition obtiene el resto. Para 2016, los Ese-Eja serán propietarios de todo el negocio.
Esta empresa conjunta fue creada en un momento en el que no se hablaba de “negocios inclusivos” que involucran a las comunidades y las personas de bajos ingresos en negocios rentables. Holle y los Ese-Eja fueron pioneros y desarrollaron un negocio que incorpora las oportunidades económicas para los residentes locales a las actividades básicas de funcionamiento de un hotel con el beneficio adicional de proteger el medio ambiente, la flora y fauna silvestres.
“De todos los negocios inclusivos con los que trabajamos, Posada Amazonas es el único que involucra a los pueblos indígenas como socios y proveedores de servicios”, dice José Segovia, asesor de los países andinos en SNV, la organización de desarrollo internacional holandesa que promueve empresas similares, ofreciendo asesoramiento técnico y formación. Los miembros de la comunidad trabajan en el albergue como guías bilingües y etno-botánicos, meseros, cantineros, cocineros, constructores y gerentes. Los residentes de Infierno venden artesanías allí y suministran alimentos y frutas al restaurante.
Posada Amazonas es un negocio exitoso. “El albergue se convirtió en un boom, ya que ofrece muy buen servicio, está relativamente cerca de Puerto Maldonado, a poco más de dos horas desde el aeropuerto y la calidad de la región, el bosque y las actividades lo han posicionado bien”, dice Renzo Piana, quien trabajó en el albergue a poco de su lanzamiento y hoy es subdirector de programas del Instituto del Bien Común en Lima, un grupo sin fines de lucro centrado en el desarrollo sostenible en la región amazónica de Perú.
El lodge ha sido provechoso para los Ese-Eja los y colonos de Infierno. Los beneficios y dividendos que los residentes reciben de Posada Amazonas representan el doble de los ingresos que obtienen en otras actividades, como la agricultura. Además, tienen un seguro de salud manejado por la propia comunidad. El seguro fue creado con una porción de los dividendos del albergue que fueron destinados a un fondo de reinversión. Los recursos de este fondo se destinan a préstamos a las familias con problemas de salud, y los dividendos del prestatario sirven como garantía para asegurar que el fondo no tenga problemas de liquidez.
Con el tiempo, diversos miembros de la comunidad han asumido más funciones en la gestión de la posada. En 2000, al quinto año de operaciones, la comunidad estaba frustrada con su papel pasivo en el contrato y exigió una mayor participación en la toma de decisiones de Posada Amazonas. En un nuevo arreglo, la comunidad se introdujo más en la gestión e intensificó sus tareas de supervisión estableciendo reuniones mensuales. En 2003, la comunidad comenzó a participar en las decisiones presupuestarias que se toman cada trimestre y una vez al año recibe los resultados financieros del negocio.
Hacia inicios de 2011, el Infierno tenía 170 familias residentes y la comunidad estaba ampliando su capacidad de gestionar los asuntos de la Posada, explorando el área de marketing. Los Ese-Eja contrataron un asesor y una empresa de auditoría internacional para que les ayuden a resolver sus dudas.
El Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), miembro del Grupo BID, está ayudando a la comunidad con capacitación para mejorar la gestión del albergue y diversificar los servicios, dice Estrella Peinado-Vara, especialista del FOMIN. El FOMIN financia a SNV para que capacite a los guías y los constructores y a otro personal de prestación de servicios. La formación permitirá a Posada Amazonas crear un spa, ampliar las actividades para que los visitantes puedan disfrutar del llamado “turismo vivencial” que implica convivir y trabajar con la comunidad y hacer crecer el negocio.
Piana, del Instituto del Bien Común, cree que Posada Amazonas ha abierto muchas oportunidades para la gente. Algunos de los residentes de Infierno, dotados de los recursos que reciben de la casa de campo, se han mudado a Puerto Maldonado buscando una mejor educación para sus hijos. ¿El gran desafío por delante? Según Piana, el rentable eco-lodge y su positivo impacto social y ambiental, tendrán que aprender más cuando Reinforest Expeditions u otros agentes abran otro hotel cercano, creando competencia. Mientras, el Infierno se ve encantador.
El operador de viajes Rainforest Expeditions y la comunidad de familias indígenas y colonos Ese-Eja, en el Infierno, dos horas río arriba desde Puerto Maldonado, en el sureste de Perú, crearon juntos la Posada Amazonas. El albergue recibe 6.000 visitantes al año, y su personal, desde el director a los guías bilingües, los camareros y los gerentes de compras y ventas son miembros de la comunidad.
La Posada ofrece visitas a las collpas, unos promontorios elevados a la vera de los ríos donde loros, guacamayos y periquitos se reúnen a comer arcilla para limpiar sus organismos; una excursión de un lago para observar nutrias y otros animales silvestres, y caminatas en el bosque de día y de noche. El albergue está construido con materiales locales que se mezclan con el entorno. El diseño del albergue da al visitante la experiencia de estar en el bosque: cada habitación tiene un lado abierto, protegido sólo por una terraza, para ofrecer vista directa a los árboles.
En 1995, el fundador de Rainforest Expedition, Kurt Holle, y su socio, el peruano Eduardo Nycander, querían construir una casa de campo cerca de Puerto Maldonado para atraer a los turistas con sólo unos pocos días para visitar el Amazonas. Holle ya tenía cinco años en su haber como director del Centro de Investigaciones Tambopata, un lodge de 18 habitaciones en una zona deshabitada junto a la Reserva Nacional de Tambopata, un paraíso para los guacamayos y una gran variedad de vida silvestre.
Fue entonces cuando recibieron una carta del jefe de la comunidad Ese-Eja, que estaba interesado en la construcción de un albergue en el Infierno para crear puestos de trabajo para su pueblo. En 1996, la Comunidad firmó un contrato garantizando la concesión de su tierra a 20 años para el albergue. En esta etapa, la comunidad de 120 familias acordó dejar la gestión en Holle y creó un comité de supervisión para auditar el albergue. El contrato otorga a la comunidad el 60% de las ganancias, mientras que Rainforest Expedition obtiene el resto. Para 2016, los Ese-Eja serán propietarios de todo el negocio.
Esta empresa conjunta fue creada en un momento en el que no se hablaba de “negocios inclusivos” que involucran a las comunidades y las personas de bajos ingresos en negocios rentables. Holle y los Ese-Eja fueron pioneros y desarrollaron un negocio que incorpora las oportunidades económicas para los residentes locales a las actividades básicas de funcionamiento de un hotel con el beneficio adicional de proteger el medio ambiente, la flora y fauna silvestres.
“De todos los negocios inclusivos con los que trabajamos, Posada Amazonas es el único que involucra a los pueblos indígenas como socios y proveedores de servicios”, dice José Segovia, asesor de los países andinos en SNV, la organización de desarrollo internacional holandesa que promueve empresas similares, ofreciendo asesoramiento técnico y formación. Los miembros de la comunidad trabajan en el albergue como guías bilingües y etno-botánicos, meseros, cantineros, cocineros, constructores y gerentes. Los residentes de Infierno venden artesanías allí y suministran alimentos y frutas al restaurante.
Posada Amazonas es un negocio exitoso. “El albergue se convirtió en un boom, ya que ofrece muy buen servicio, está relativamente cerca de Puerto Maldonado, a poco más de dos horas desde el aeropuerto y la calidad de la región, el bosque y las actividades lo han posicionado bien”, dice Renzo Piana, quien trabajó en el albergue a poco de su lanzamiento y hoy es subdirector de programas del Instituto del Bien Común en Lima, un grupo sin fines de lucro centrado en el desarrollo sostenible en la región amazónica de Perú.
El lodge ha sido provechoso para los Ese-Eja los y colonos de Infierno. Los beneficios y dividendos que los residentes reciben de Posada Amazonas representan el doble de los ingresos que obtienen en otras actividades, como la agricultura. Además, tienen un seguro de salud manejado por la propia comunidad. El seguro fue creado con una porción de los dividendos del albergue que fueron destinados a un fondo de reinversión. Los recursos de este fondo se destinan a préstamos a las familias con problemas de salud, y los dividendos del prestatario sirven como garantía para asegurar que el fondo no tenga problemas de liquidez.
Con el tiempo, diversos miembros de la comunidad han asumido más funciones en la gestión de la posada. En 2000, al quinto año de operaciones, la comunidad estaba frustrada con su papel pasivo en el contrato y exigió una mayor participación en la toma de decisiones de Posada Amazonas. En un nuevo arreglo, la comunidad se introdujo más en la gestión e intensificó sus tareas de supervisión estableciendo reuniones mensuales. En 2003, la comunidad comenzó a participar en las decisiones presupuestarias que se toman cada trimestre y una vez al año recibe los resultados financieros del negocio.
Hacia inicios de 2011, el Infierno tenía 170 familias residentes y la comunidad estaba ampliando su capacidad de gestionar los asuntos de la Posada, explorando el área de marketing. Los Ese-Eja contrataron un asesor y una empresa de auditoría internacional para que les ayuden a resolver sus dudas.
El Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), miembro del Grupo BID, está ayudando a la comunidad con capacitación para mejorar la gestión del albergue y diversificar los servicios, dice Estrella Peinado-Vara, especialista del FOMIN. El FOMIN financia a SNV para que capacite a los guías y los constructores y a otro personal de prestación de servicios. La formación permitirá a Posada Amazonas crear un spa, ampliar las actividades para que los visitantes puedan disfrutar del llamado “turismo vivencial” que implica convivir y trabajar con la comunidad y hacer crecer el negocio.
Piana, del Instituto del Bien Común, cree que Posada Amazonas ha abierto muchas oportunidades para la gente. Algunos de los residentes de Infierno, dotados de los recursos que reciben de la casa de campo, se han mudado a Puerto Maldonado buscando una mejor educación para sus hijos. ¿El gran desafío por delante? Según Piana, el rentable eco-lodge y su positivo impacto social y ambiental, tendrán que aprender más cuando Reinforest Expeditions u otros agentes abran otro hotel cercano, creando competencia. Mientras, el Infierno se ve encantador.
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