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Martes 19 de Abril de 2011
Tras salir del huevo y ser alimentados y cuidados por sus madres durante un determinado tiempo, los búhos abandonan el nido y alzan el vuelo de forma independiente, aunque no en cualquier lugar, ya que una investigación del CSIC ha constatado que esta rapaz suele asentarse cerca de su lugar de nacimiento.
El estudio, dirigido por el investigador de la Estación Biológica de Doñana, Vicenzo Penteriani, se ha basado en el seguimiento de 72 búhos reales pertenecientes a 14 nidos diferentes localizados en Sierra Morena (Sevilla) entre 2003 y 2007.
El análisis de los datos revela que los ejemplares de búho real (Bubo bubo) nacidos en el mismo nido tienden a dispersarse en la misma dirección y a seleccionar lugares de asentamiento más cercanos que aquellos no relacionados entre sí.
El resultado se ha comprobado tanto entre ejemplares nacidos de la misma camada como entre aquellos que se han criado en el mismo nido en épocas diferentes y que podrían estar potencialmente emparentados.
"La ubicación del nido tiene un efecto en los sucesivos movimientos de las crías cuando empiezan a dispersarse", explica Vincenzo Penteriani, quien agrega, que, según los resultados, la distancia media entre los distintos lugares de asentamiento seleccionados por ejemplares emparentados es de 5 kilómetros, mientras que entre los no relacionados nacidos el mismo año esta distancia asciende hasta los 7,5 kilómetros.
Además, "los individuos nacidos en el mismo nido empiezan la dispersión en fechas similares y frecuentan los mismos lugares año tras año", añade Penteriani.
La investigación también ha detectado una diferencia entre los ejemplares potencialmente emparentados, que son aquellos nacidos en el mismo nido pero en años diferentes y los no emparentados, siendo sus distancias medias de 5,1 y 7 kilómetros, respectivamente.
Según el estudio, una posible causa de este fenómeno puede estar relacionada con las incursiones en territorio desconocido que las crías hacen con sus madres antes de abandonar el nido de forma definitiva, de manera que "tenderían a independizarse hacia áreas donde ya han tenido experiencias previas".
Para Penteriani, los resultados de la investigación señalan que "los individuos no se dispersan al azar".
"La posibilidad de que el lugar de nacimiento de un individuo pueda determinar a priori sus movimientos a lo largo de la dispersión y, de alguna forma, su destino final, puede tener consecuencias muy importantes a nivel de población", explica el investigador.
Esta ausencia de libre albedrío puede convertirse, por tanto, en una herramienta clave en conservación a través de los proyectos de reintroducción de especies en peligro de extinción.
Según Penteriani, "hay que tener mucho cuidado en la localización de los sitios donde los ejemplares reintroducidos son criados, ya que estas zonas actúan como nido de origen que predeterminaría su dirección a la hora de dispersarse".
Así, la reutilización del mismo emplazamiento provocaría que "diferentes generaciones de individuos criados en los mismo sitios terminen frecuentando los mismo lugares, sesgando así la distribución espacial de los individuos", añade.
"La selección de sitios de cría distribuidos de forma heterogénea en el espacio podría asegurar una distribución territorial más amplia y homogénea de los ejemplares sujetos a estos programas de cría en cautividad y puesta en libertad", concluye el investigador.
EFE
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