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Sabado 16 de Abril de 2011
El bosque de la Alhambra, cuya imagen actual se ha ido configurando durante los siglos XIX y XX, está siendo sometido en los últimos años a un proceso de restauración de sus arboledas que busca diversificar este hábitat con la introducción de nuevas especies para hacerlo más sostenible.
Este programa de restauración, enmarcado en el Plan Director impulsado por el Patronato de la Alhambra y Generalife con vigencia hasta 2015, empezó hace unos ocho años con la plantación de nuevos ejemplares, momento a partir del cual el órgano rector configuró un modelo de gestión del bosque del conjunto monumental resultado del inventario y los estudios llevados a cabo entre 2005 y 2008.
Según ha explicado a Rafael de la Cruz, jefe de Bosques y Jardines del Patronato, el precedente a este proceso de diversificación hay que buscarlo en la plaga -en concreto una grafiosis de origen fúngico- que en los años noventa afectó a las arboledas de la Alhambra y que motivó la pérdida de casi 2.000 olmos, por entonces la especie más característica del monumento.
Eso alteró la estructura vegetal de los bosques de la Alhambra (la defensa y protección que ejercían los grandes árboles sobre los pequeños desapareció) y llevó al Patronato, a principios del siglo veintiuno, a plantearse cómo acometer una gestión sostenible del espacio natural a medio y largo plazo, según el especialista.
La idea era seleccionar las especies más interesantes desde el punto de vista ornamental y ecológico y sustituir por otras aquellas que, por su fragilidad, sufren la caída de ramas con el consiguiente riesgo de accidentes, por lo que la diversificación también responde al objetivo de reforzar la seguridad de las personas.
Desde principios de este siglo, en el bosque de la Alhambra se replantan anualmente unos 200 ejemplares de árboles y arbustos de distintas especies como servales, robles, arces y tejos.
Se trata de especies que antes apenas tenían presencia en la Alhambra, en la que, a partir de la Reconquista, la función recreativa y paisajística fue predominando sobre la labor defensiva que tenía la fortaleza, lo que unido a la introducción del agua en el monumento nazarí favoreció la incorporación de nuevos ejemplares.
El criterio para la selección de especies es fundamentalmente ecológico, según el responsable del departamento de Bosques y Jardines, que precisa que en su mayoría son de ambiente peninsular.
También tienen presencia en el bosque especies consolidadas por la historia moderna de la Alhambra como los castaños de india, que se introdujeron en la jardinería española a principios del siglo diecinueve, o los plátanos, que tampoco son autóctonos del lugar pero forman parte ya del paisaje del conjunto monumental.
Una de las peculiaridades del bosque de la Alhambra, además de su carácter patrimonial, es la fauna que habita en ella y que no es habitual en Granada, ciudad en la que se asienta el monumento.
El bosque da cabida a zorros, jabalíes, cernícalos, búhos reales y cabra montés en invierno, entre otros animales.
Aunque la imagen actual de las arboledas de la Alhambra se ha ido configurando entre los siglos diecinueve y veinte, todo apunta a que la repoblación empezó en el siglo dieciséis, en época cristiana, una vez que con "el paulatino abandono de la importancia militar" del conjunto monumental, éste fue adquiriendo una función más "simbólica, representativa y de carácter residencial".
Las arboledas de la Alhambra albergan dos espacios distintos: el bosque de San Pedro, que al ser una zona fresca y de umbría debió estar bastante poblada -hay referencias de que hubo actividad cinegética en esta ladera- y el de Gomérez, por contra de escasa vegetación arbolada al tratarse de un punto de interés estratégico y defensivo.
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