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Miercoles 20 de Abril de 2011
La hamburguesa está arraigada en la sociedad actual, tiene varios atributos destacados, desde el punto de vista del consumidor, como por ejemplo: su alta digestibilidad, un alto valor biológico, un costo relativamente bajo y practicidad. Adecuadamente preparadas no representan peligro alguno, pero una incorrecta cocción, la falta de medidas higiénicas y los insuficientes cuidados en la manipulación de la carne pueden causar serios problemas a la salud, ya que la carne picada presenta el riesgo de estar contaminada con bacterias.
El niño argentino Bautista Ferroni vivió esa mala experiencia. Cuando tenía cuatro años, un amiguito lo invitó a cenar a casa, y allí comieron hamburguesas caseras. Cuatro días después comenzó a sentir un malestar estomacal muy fuerte.
“Se fue edematizando. Terminó casi desfigurado, con la cara muy hinchada y llena de edemas. Ya internado estuvo días y noches agarrado a un recipiente. Ni siquiera se podía acostar porque eran continuas náuseas y vómitos”, recuerda así Andrea Ciccia, la gravísima situación que vivió a partir de ese momento su hijo.
Bautista estuvo dos semanas internado en terapia intensiva y los médicos temieron por su vida. “Cuando nos dijeron cuál era el diagnóstico, yo le pregunté a la doctora si se iba a morir, porque yo conocía un caso y sabía que esta enfermedad podía ser mortal. Y me dijo que no lo podía asegurar”, comenta Andrea.
Esta enfermedad denominada, Síndrome Urémico Hemolítico, es desgraciadamente muy conocida en Argentina, país que lidera la estadística mundial de la llamada 'enfermedad de las hamburguesas', con más de 300 casos al año, en su mayoría niños. El segundo país de la lista es Estados Unidos.
Si bien, la carne molida o picada, entraña un riesgo infección, en realidad la bacteria que provoca esta enfermedad, la Scherichia Coli, está presente en la defecación de las vacas, ovejas y cabras. La bacteria no sobrevive a temperaturas superiores a los 70ºC. Pero cualquier descuido en la cocción o manipulación de la comida, particularmente de la carne, supone un riesgo potencial de contaminación.
“Si yo utilizo una tabla para cortar carne cruda, luego de que la carne esté asada no puedo colocarla nuevamente en la tabla que utilicé, o cortarla con el cuchillo que utilicé con carne cruda. Tengo que lavarlo con agua caliente o con algún jabón o detergente, pero con agua caliente es suficiente, para luego servir esa carne cocida y no ocasionar contaminación cruzada de la bacteria”, aconseja Horacio Echenique, director nacional de Epidemiología de Argentina.
Esta dolencia ataca raramente a las personas adultas, sus principales víctimas son los niños. “El Síndrome Urémico Hemolítico afecta principalmente a los niños menores de cinco años. Nosotros tenemos estadísticas que avalan esto. Un 62% de los casos notificados que tenemos corresponde a niños menores de dos años”, explica Echenique.
Afortunadamente, en el caso de Bautista, la enfermedad no dejó secuelas. Pero él, que ahora tiene 8 años, aprendió a tomar todas las precauciones. “Cada vez que voy a un lugar que comen asado le pido a la dueña de casa si, por favor, me puede pasar la carne uno o dos minutos por el microondas”, confiesa el pequeño.
Asimismo, en Argentina, el Síndrome Urémico Hemolítico, es hoy la causa del 20% de los trasplantes renales en niños y adolescentes. Si embargo, resulta difícil creer que en pleno siglo XXI sigan enfermándose y muriendo personas por una causa totalmente evitable, relacionada con la higiene y el cuidado en la cocción de los alimentos. Afortunadamente ganar la lucha contra esta afección es algo que está al alcance de todos.
RT
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