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Jueves 10 de marzo de 2011
Según un estudio si se tiene en cuenta el efecto de las mareas se reducen las posibilidades de que haya vida alrededor de estrellas de baja masa.
Según un estudio si se tiene en cuenta el efecto de las mareas se reducen las posibilidades de que haya vida alrededor de estrellas de baja masa.
Desde que hace unos quince años se empezaran a descubrir planetas extrasolares se ha especulado sobre la posibilidad de haya vida en alguno de ellos. Al principio sólo se descubrían planteas gigantes de tipo gaseoso debido a la técnica empleada. Ahora ya se empiezan a descubrir planetas más pequeño y propicios para la vida tal y como la conocemos.
Las estrellas se clasifican según su tipo espectral de mayor a menor temperatura como de tipo O, B, A, F, G, K y M (últimamente se han añadido algunas más a la lista). Las enanas rojas, que están incluidas dentro de las tipo M, son muy abundantes en la galaxia, así que si la vida es posible a su alrededor entonces las posibilidades de que haya vida en nuestro entorno galáctico aumentan. Además este tipo de estrellas brillan durante mucho más tiempo que las estrellas tipo G como nuestro Sol.
Pero las enanas rojas no son muy brillantes, así que un planeta que gire alrededor de una de ellas lo debe de hacer muy cerca si quiere que el agua que contenga no se congele. Por otro lado, si se acerca demasiado el calor es excesivo. Esto hace que la zona de habitabilidad, en donde hay agua líquida, sea muy estrecha.
Un objeto que orbite muy cerca de otro tenderá a sincronizar el periodo orbital con el de rotación, así que siempre presentará la misma cara. En un principio esto hizo pensar que la vida no sería posible en este tipo de planetas. Posteriormente los modelos climáticos predijeron que al menos en una estrecha franja sí era posible la vida.
Sin embargo, hasta ahora se había olvidado tener en cuenta un factor importante cuando se dan distancias orbitales pequeñas: el efecto de las mareas.
René Heller del Instituto Astrofísico de Potsdam ha estudiado qué pasa si se tiene en cuenta el calor generado por el efecto de las mareas en planetas que giren alrededor de enanas rojas. Llega a la conclusión de que en este caso hay que modificar el concepto de zona habitable.
Recordemos el caso Io, satélite natural de Júpiter, y el efecto que tienen las mareas en él. El calor producido en el interior de esta luna es tanto que es el cuerpo con la mayor actividad volcánica del sistema solar. Heller sostiene que habría un efecto similar sobre un exoplaneta que gire cerca de una enana roja.
Según este resultado podría ser que la “zona habitable” en un enana roja no sea muy confortable o incluso inhabitable. Como mínimo habría que examinar en detalle el efecto de las mareas. Podría ser que éstas hicieran que la zona habitable se desplazara o incluso desapareciera.
Heller y sus colaboradores han aplicado su modelo a GI581g que es un candidato a exoplaneta que orbita una estrella de baja masa en la zona habitable. Según sus resultados en este caso los periodos de rotación y orbital están sincronizados y no habría estaciones, algo que ya se sospechaba.
Pero Heller muestra pesimismo frente a las expectativas de vida alrededor de este tipo de estrellas. Según dice, las posibilidades de existencia de vida en planetas que orbiten estrellas de baja masa son muy escasas si se tiene en cuenta el efecto de las mareas. “Si quieren encontrar una segunda Tierra parece que necesitas buscar un segundo Sol”, añade.
Neofronteras.
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