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Martes 15 de marzo de 2011
Según los sismólogos estadounidenses, en los próximos 30 años en todas las zonas sísmicamente activas del país se registrarán múltiples y potentes empujes subterráneos, y un terremoto semejante al sismo catastrófico que se produjo en Japón podría arruinar el sur de California. Mientras que su capital, la ciudad de Los Ángeles, podría desaparecer de la faz de la Tierra.
Estos pronósticos alarmantes fueron comunicados al mundo por el profesor de la Universidad de Berkley, el sismólogo Gary Black. El científico está seguro: a pesar de la ausencia de una relación directa con los terremotos en Japón, Estados Unidos debe prepararse para enfrentar potentes sismos.
Según los expertos, los constantes desplazamientos de la placa oceánica, que se mueve por debajo de la placa continental llevan a la acumulación de energía, que a su vez, provoca nuevos desplazamientos. Así la energía, que se había acumulado durante los movimientos previos, se liberó el 11 de marzo en Japón.
En los próximos años, según los científicos, los procesos sísmicos se registrarán en todas las “zonas de riesgo”, incluso la falla de San Andrés que pasa por California. Gary Black indicó que Los Ángeles siempre estuvo bajo riesgo. En 2007 los especialistas de la Universidad de California de San Diego y la Universidad de Oxford llegaron a la conclusión que Los Ángeles “se encuentra en una mina de acción retardada”.
Anualmente en California del Sur se registran alrededor de 10.000 terremotos, auque la mayoría de ellos son bastante débiles y casi no se perciben. Los sismos potentes suelen producirse en la zona cada 150 años. La última vez que un desastre de tal escala tuvo lugar fue en 1857. La fuerza de los movimientos subterráneos fue de 7,9 grados. Perecieron sólo dos personas, pero toda la población de California en aquel entonces consistía de apenas 360.000 personas.
Los científicos consideran que los acontecimientos se desarrollarán de una manera apocalíptica, pero a largo plazo. Y que el relieve de la zona está cambiando considerablemente. En las áreas costeras, como en el llano Carrizo a unos 160 kilómetros de Los Ángeles, se ve claramente una grieta gigantesca en la tierra. Los lechos de los ríos ya han cambiado muchas veces su dirección.
¿Estados Unidos está preparado en la misma medida en lo que estuvo Japón a momento de ocurrir el sismo?
De acuerdo a algunos, el interrogante deja más preguntas que respuestas. Por una parte, estudios indican que la falla de San Andrés no es lo suficientemente profunda como para que los 8.9 grados de Japón se repitan. Pero en todo caso, un sismo equivalente a 8.4 definitivamente constituye una posibilidad que equivale a la destrucción de las zonas de Los Ángeles, San Diego y el sur de California. Hipotéticamente hablando, una ruptura tectónica de este tipo en suelo estadounidense podría ocasionar y multiplicar lo que actualmente se observa en Japón: desde millones de refugiados y victimas fatales, hasta contaminación industrial y radioactiva en un radio diez veces mayor al de Fukushima.
Los especialistas afirman que Estados Unidos actualmente no tiene el mismo nivel de preparación que Japón presentaba antes del sismo de 8.9 grados. Tampoco el sistema de alertas en casos de tsunami es efectivo en caso de que ocurra una emergencia real. De hecho, solamente estructuras construidas desde los años 80 en la zona metropolitana de Los Ángeles y San Francisco tuvieron que cumplir con los códigos de construcción anti sismos… el resto ha quedado echado a su suerte. De ahí que los planes de contingencia sean tan esenciales después de lo observado en Japón.
Rt.
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