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Miercoles 30 de Marzo de 2011
Español:
La naturaleza, como una construcción social, o el término como conceptualizado por los seres humanos, debe ser reinterpretada y revisada en su totalidad si se quiere poner en peligro la vida de los seres humanos en el planeta ", escribe Alberto Acosta en un artículo publicado en el Diario de AFES (el Servicio Ecuatoriano de Relaciones Exteriores), n. 54 agosto de 2010.
Alberto Acosta es economista ecuatoriano profesor e investigador de FLACSO. Fue Ministro de Minas y Energía en su país entre enero y junio de 2007. Presidió la Asamblea Constituyente que redactó la nueva Constitución del Ecuador, entre octubre de 2007 y julio de 2008. La traducción es de Cepat.
Aquí está el artículo.
"La naturaleza tiene mucho que decir, y es hora de que nosotros, sus hijos no sigan hacernos sordos. Y tal vez escuchar la llamada de Dios que resuena en esta nación andina - Ecuador - y añadir un undécimo mandamiento que se había olvidado en las instrucciones que nos dio en el monte Sinaí: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte" (Eduardo Galeano , 18 de abril de 2008).
La acumulación de material - productos mecánicos y un sin fin - supone que el progreso, no tiene futuro. Los límites de estilos de vida en la visión ideológica del progreso antropocéntrica sostenida son cada vez más evidente y preocupante. Si queremos que la capacidad de absorción y la resistencia de la tierra no se derrumba, no vemos los recursos naturales como una condición para el crecimiento económico o como un mero objeto de políticas de desarrollo. Y, desde luego, debemos aceptar que el ser humano se realiza en comunidad con otros y la función en los seres humanos, como parte de la naturaleza, sin tratar de dominarlo.
Esto nos lleva a aceptar que la Naturaleza, como una construcción social, que se conceptualiza como un término para los seres humanos, debe ser reinterpretada y revisada en su totalidad si se quiere poner en peligro la vida humana en la Tierra. Para empezar cualquier discusión aceptamos que la humanidad no está fuera de la naturaleza y que tiene sus límites.
Sin negar los valiosos aportes de la ciencia, debemos reconocer que la codicia de acumular capital - del sistema capitalista - ha obligado a las empresas para que la naturaleza humana, a pesar de que pueden esconder muchos casos el colapso de pre-capitalista de la sociedad en su conjunto por haber descuidado la relación con la naturaleza (Diamond, 2006). Lo que cuenta es que en un capitalismo cada vez más global, a través de diferentes ideologías, la ciencia y la tecnología, si se trató brutalmente a los seres humanos separados de la naturaleza. Era una especie de cortar el cordón umbilical de la vida. El capitalismo, como "economía mundial" (Immanuel Wallerstein) (1), la naturaleza transformada en una fuente de interminables ...
En este contexto, cuando se pone los Derechos de la Naturaleza, no es renunciar a la imprescindible para mejorar las condiciones de vida de los seres humanos, en particular los marginados y explotados. Asimismo, no poner la cerradura de la puerta a la herencia científica amplia y rica, la razón y mucho menos a renunciar al refugio, en nuestra angustia y perplejidad por la marcha del mundo en el misticismo antiguo o nuevo punto de vista, o irracionalismo político.
Aprovechar las oportunidades que ofrece la naturaleza, al igual que los humanos desde el principio, es inevitable. (2) La tarea consiste en la investigación y el diálogo con la naturaleza, la comprensión de dónde estamos inmersos en ella. Así que lo que se requiere es consolidar una nueva forma de interrelación de los seres humanos con la naturaleza, como parte integrante de la misma. Esto implica una comprensión científica de la naturaleza y al mismo tiempo, una maravilla, una reverencia, una identidad con la naturaleza, lejos de los sentimientos de posesión y dominación, pero muy cerca de la curiosidad y el amor.
América Latina, un exportador de la Naturaleza
Nuestro Abya Yala, como lo fue en África y Asia, se integró en el mercado mundial como proveedor de materias primas para más de 500 años. Esta región fue oro, plata y piedras preciosas que financiaría la expansión del imperio español, pero sobre todo el surgimiento del capitalismo en Europa Central. Esta riqueza ha hecho el centro del sistema mundial en Asia (que tuvo su propia crisis interna, en particular China) a inclinarse hacia Europa. Y ya que estas tierras americanas, especialmente el sur, tomó una posición de sumisión en el ámbito internacional mediante la especialización en la extracción de recursos naturales para el mercado mundial.
El geógrafo y naturalista alemán famoso, Alexander von Humboldt (1769-1859), apelando a la ciencia, ha ratificado nuestra misión como un exportador de la naturaleza sería el mundo post-colonial. Durante su visita a esta parte de América se veía como territorios amenazados por el ejercicio de explotación de la razón en el tiempo, obtener más recursos y más natural. Dicen que Humboldt - se maravilló de la geografía, la flora y la fauna de la región - a través de sus habitantes como si fueran mendigos sentados en un saco de oro, en referencia a su riqueza inconmensurable naturales sin explotar.
Logró la independencia de España a América Latina seguido de exportación de recursos naturales, es decir, la naturaleza, tal como lo había hecho en la época colonial.
El mensaje de Humboldt encontró una interpretación teórica de los datos reconocidos por David Ricardo, "Principios de Economía Política y Tributación" (1817). Este economista Inglés famosa recomienda que un país debe especializarse en la producción de los bienes con ventaja comparativa o relativa, y adquirir de otro modo los bienes en los que había una situación de desventaja comparativa. Según él, Inglaterra, en su ejemplo, fue a especializarse en la producción de tela y Portugal en el vino ... Sobre esta base se construyó la base de la teoría del comercio exterior. (3)
Desde entonces, profundamente entrelazado con el modelo de exportación de acumulación, una visión consolidada de la aceptación pasiva y sumisa de esta posición en la división internacional del trabajo en muchos de nuestros países ricos en recursos naturales. (4) Esta aceptación se ha mantenido muy arraigada en amplios sectores de esas sociedades, como si se tratara de un ADN insuperables. Para muchos gobiernos, incluyendo los que se consideran progresistas, es casi imposible imaginar una manera de liberar esta "maldición de la abundancia" de los recursos naturales (véase Schuldt 1995, Acosta 2009).
El deseo de dominar la naturaleza, para transformarla en productos exportables, estuvo presente en la región de forma permanente. En los albores de la Independencia, después del terremoto de Caracas, que tuvo lugar en 1812, Simón Bolívar pronunció una frase famosa que marcaron la época: ". Si la naturaleza se opone lucharemos y lo vamos a hacer que nos obedezca" Además de las lecturas patrióticas que ver este anuncio de la decisión del líder para hacer frente a la adversidad, lo que debe quedar claro es que Bolívar actuó de acuerdo con las exigencias de la época. Convencido de que estaba en consonancia con el pensamiento predominante en ese momento, que podían dominar la naturaleza.
Lo curioso es que este espíritu de dominación no fue superada a pesar de mucho tiempo sabemos que es imposible continuar para seguir el camino actual de la naturaleza depredadora. (5) Y, del mismo modo, la ilusión de extracción Todopoderoso, de moda más de dos siglos en el mensaje de Humboldt, se encuentra todavía en vigor. (6)
Naturaleza, en definitiva, sigue siendo aceptada como un elemento a ser conquistado, explotado y comercializado por cierto. La naturaleza, a saber, los recursos naturales, son vistos como la base para el desarrollo del edificio.
Los límites de la Naturaleza amenazada
Frente a esta visión del envejecimiento de la dominación y la explotación, con el respaldo de profundidad en el divorcio entre la economía y la naturaleza, causando crecientes problemas globales, hubo varias voces.
Durante casi 40 años, el mundo se enfrentó a un mensaje de advertencia. La naturaleza tiene límites. En 1972, el Informe del Club de Roma, conocida como "Los límites del crecimiento" o informe Meadows, el mundo se enfrenta a esta realidad indiscutible. Una realidad oculta por la demanda voraz de la acumulación de capital, que se mantienen con la empresa y la creencia dogmática en la omnipotencia de la ciencia. El punto, por supuesto, la naturaleza no es infinita, existen límites y esos límites están a punto de ser superada. Este informe, que desató varias lecturas e hipótesis, pero no tuvo mucho impacto práctico, queda en pie en el mundo, en primer lugar, una señal de advertencia, por otra parte, una demanda que no podemos seguir el mismo camino al mismo tiempo que se requiere análisis y respuestas globales.
Ya hay muchos prestigiosos economistas como Nicholas Georgescu-Roegen, Boulding Kenneth, Herman Daly, Roefie Joan Martínez Alier Hueting o que demostró las limitaciones del crecimiento económico. Incluso Amartya Sen, premio Nobel de Economía, un economista que no pone en duda el mercado o el capitalismo, había clamado contra el crecimiento económico visto como sinónimo de desarrollo. (7) En la actualidad, las demandas están aumentando, especialmente en los países industrializados, una economía que favorezca no sólo el crecimiento constante, pero el "descenso". (8)
Ahora, cuando los límites de la sostenibilidad del mundo están literalmente siendo superado, es indispensable la búsqueda de soluciones ambientales como tema universal. Por un lado, los empobrecidos y estructuralmente excluidos deben aplicar las opciones de una manera digna y sostenible, que no representa una caricatura del estilo de vida occidental reedición. Aunque, por otro lado, el "desarrollados" tienen que resolver los crecientes problemas de anarquía internacional que provocó y, en particular, tendrá que incorporar los criterios de suficiencia en sus sociedades en lugar de tratar de argumentar, a expensas del resto de la humanidad La lógica de la eficiencia se entiende como la acumulación material permanente. En última instancia, los países ricos deben cambiar su estilo de vida que pone en peligro el equilibrio ecológico del mundo, porque desde esta perspectiva son de alguna manera, también subdesarrollados o poco desarrollados (Tortosa). Al mismo tiempo, deben asumir la responsabilidad para dar paso a una restauración integral del daño, en otras palabras, debe pagar su deuda ecológica. (9)
La crisis causada por encima de los límites de la naturaleza necesariamente implica cuestionar la organización institucional y socio-político. Recordemos que "la crisis ecológica no es sólo una carga, distorsionar, agotan los recursos del ecosistema, sino también los" sistemas de explotación social, o, dicho de otra manera: se requiere una gran cantidad de formas institucionalizadas de regulación social, la la sociedad se convierte en un riesgo ecológico "(Egon Becker, 2001). Amplifica el riesgo de que las tendencias excluyentes y autoritarias, así como las desigualdades y las injusticias del sistema capitalista es típico: "un sistema de valores, un modelo de existencia, una civilización: la civilización de la desigualdad", como lo entiende el economista austriaco Joseph Schumpeter.
Frente a estos retos, surge con fuerza la necesidad de repensar la sostenibilidad en función de la capacidad de carga y resistencia de la naturaleza. En otras palabras, la tarea consiste en entender la verdadera dimensión de la sostenibilidad, que no puede subordinarse a las exigencias antropocéntrica. Esta tarea exige una nueva ética para organizar sus vidas. Hay que reconocer que el desarrollo convencional conduce a un callejón sin salida. Los límites de la naturaleza, rápidamente superada por los estilos de vida antropocéntrica, en particular, agravado por las exigencias de la acumulación de capital, son más notables e insostenible.
La tarea parece simple, pero es extremadamente complejo. En lugar de mantener la separación entre naturaleza y ser humano, debe proporcionar su reunión, algo así como tratar de atar el nudo gordiano roto por la fuerza de una concepción depredadora de la vida y ciertamente intolerable. (10) Para lograr esta transformación de la civilización, una tarea inicial es de-mercantilización de la naturaleza. Los objetivos económicos deben estar subordinadas a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto de la dignidad humana al tiempo que garantiza la calidad de vida de las personas.
En concreto, la economía debería reducir la totalidad del marco que la reputación "del concepto de importancia relativa a la producción, y (separado) completa el razonamiento económico del mundo físico, completando así la ruptura epistemológica que significó mover la idea de sistema económico, con su carrusel producción y el crecimiento, para el mero valor del campo "(José Manuel Naredo, 2009). (11)
Escriba este cambio histórico es el mejor desafío de la humanidad no tiene la intención de poner en peligro la existencia misma de la humanidad en la tierra.
Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a existir
Las consideraciones anteriores contextualizar históricamente los pasos dados en la vanguardia de la Asamblea Constituyente de Montecristi. Es evidente que encuentra donde debería marchar a construir una nueva forma de organización de la sociedad, si realmente queremos que se trata de un estilo de vida, mientras que la observación y la interacción con la naturaleza.
En este esfuerzo, después de saber lo que realmente quieren decir y presentar los Derechos de la Naturaleza, debe establecer un plan de acción para empezar por identificar, en primer lugar, la mega-derechos (los derechos humanos y la naturaleza de la Buena Vida, sobre todo), y después, el meta-derechos (agua, soberanía alimentaria, la biodiversidad, la soberanía energética.)
En la Constitución ecuatoriana de 2008, reconociendo los derechos de la naturaleza, es decir, para entender la naturaleza como sujeto de derechos, y se agrega el derecho a ser restaurado cuando fue destruida, el objetivo se estableció en la humanidad. También trascendente fue la incorporación del término Pacha Mama, como sinónimo de naturaleza, al tiempo que reconoce múltiples nacionalidades y el intercambio cultural.
La discusión en la Asamblea Constituyente en Montecristi fue compleja. Varios participantes, incluido el bloque de la situación, la mayoría, así como altos funcionarios del gobierno, se negó a aceptar los derechos de la naturaleza, e incluso acusado de "estupidez". (12) Fuera de la Asamblea, los derechos de la naturaleza se ve como una "confusión conceptual" de la derecha conservadora, esencialmente incapaz de comprender los cambios en curso. Para ellos, es difícil comprender que el mundo está en constante movimiento.
A lo largo de la historia jurídica, cada ampliación de los derechos antes era impensable. La emancipación de los esclavos o la terminación de los derechos de los afroamericanos, las mujeres y los niños fueron rechazadas una vez por considerarse absurda. Exigió que la larga historia de reconocer "el derecho a tener derechos" y esto siempre se logra con un esfuerzo político para cambiar las leyes que negaban esos derechos.
La liberación de la naturaleza de la condición del sujeto sin derechos o mera pieza de la propiedad, y exige, por tanto requiere un esfuerzo político que reconozca como sujetos de derechos. Esto es crucial si se acepta que todos los seres vivos tienen el mismo valor ontológico, lo cual no significa que todos son idénticos.
Proporcionar la naturaleza de los derechos, entonces, los medios para estimular su transición política del objeto al sujeto, como parte de una expansión del centenario de los sujetos de derecho, como ya se recordó en 1988 Jörg Leimbach, jurista suizo. El tema central de los Derechos de la Naturaleza, según el mismo Leimbach, es rescatar el "derecho a la existencia" de los seres humanos. Este es un punto fundamental de los Derechos de la Naturaleza. Exija a la fatiga que los seres humanos no pueden vivir fuera de la Naturaleza. Por lo tanto, garantizar la sostenibilidad es esencial para garantizar la vida de los seres humanos en el planeta. Esta lucha por la liberación, mientras que el esfuerzo político, comienza por reconocer que el sistema capitalista destruye sus propias condiciones biofísicas de la existencia.
La circunscripción electoral en curso político del momento, la intensidad del debate y el compromiso de un grupo de componentes, así como las contribuciones de varios expertos, incluyendo el texto correspondiente de Eduardo Galeano, que destacó la importancia de la discusión que se libraba en Montecristi (13) y, finalmente, les permite aceptar esta iniciativa después de un arduo trabajo. Ciertamente, en este momento tendría que tomar en cuenta todas las contribuciones y las luchas del mundo indígena, donde la Pacha Mama es parte inseparable de sus vidas. (14)
Además del hecho de que la Naturaleza es una visión del mundo indígena activa en la que los seres humanos están inmersos en la naturaleza, la idea de dar derechos a la naturaleza tiene una historia como el mundo occidental. Esta tesis ha sido recogida por Italo Calvino en el siglo XIX, recordó que cuando el barón Cosimo Piovasco de Rondo, conocido como "el barón de los árboles", durante la Revolución Francesa trajo un proyecto de constitución "de una entidad estatal republicana con la Declaración de Derechos Humanos, Derechos de la Mujer, Niñez, animales domésticos y silvestres, incluidas las aves, peces e insectos, y plantas, ya sean árboles o gramíneas y leguminosas. " (15)
A pesar de los avances constitucionales, desde la entrada en vigor de la nueva Constitución del Ecuador en octubre de 2008, se trasladó a través de un camino complicado en lo que respecta a la aplicación de sus normas, patrocinado por el Ejecutivo, que contradicen los principios constitucionales en el ámbito de los derechos ambientales y sobre todo de la naturaleza. Por lo tanto, sabiendo que no será fácil cristalizar estas transformaciones en el Ecuador, sabemos que su aprobación será aún más compleja en el mundo. Especialmente en lo que afecta a los privilegios de los círculos de poder y transnacionales, que hacen imposible detener este proceso de liberación. Además, a partir de la fecha de los Derechos de la Naturaleza es una civilización visión esencial post-capitalista.
Tener un punto de referencia, ya que el transformador de la Constitución de Montecristi la tarea es hacer frente a la lucha por la vida democrática, que es lo que realmente está en juego. Y sin duda, será necesario adoptar una estrategia internacional para poder aprovechar muchos de los principios que conducen a la Constitución ecuatoriana tiene, como podría ser impulsar la Declaración Universal de Derechos Humanos de la naturaleza.
Antes de ofrecer algunas reflexiones sobre los Derechos de la Naturaleza se podría incorporar en la política internacional del Ecuador, reconociendo de antemano la importancia de gestionar y renovar diplomática profundamente renovada, dedicar unas líneas a hablar de la relación y las diferencias entre los Derechos Humanos y Derechos Civiles Naturaleza.
Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza
La duración de los derechos de la naturaleza trae cambios profundos. Gudynas es clara a este respecto, ahora debemos pasar del antropocentrismo al biocentrismo. El tráfico que requiere un proceso de transición sostenible y plural. La tarea, en palabras de Roberto Guimaraes, es organizar la sociedad y la economía, garantizando la integridad de los procesos naturales, garantizando el flujo de energía y materiales en la biosfera, al mismo tiempo preservar la biodiversidad del planeta.
Por lo tanto, este pionero de la definición en el mundo, que la naturaleza es sujeto de derechos es una respuesta a la crisis que enfrenta actualmente la vanguardia de la civilización. Y como tal, se están tomando en amplios sectores de la comunidad internacional se da cuenta de que es imposible continuar con un modelo depredador de la sociedad basada en la lucha de los humanos contra la naturaleza. No vale la pena la identificación del bienestar y la riqueza como la acumulación de bienes materiales y de las expectativas de crecimiento económico y el consumo ilimitado. En este sentido, es necesario reconocer que las herramientas disponibles para analizar estos temas ya no sirven. Son instrumentos que convierten a naturalizarse e inevitable esta norma de la civilización. El conocimiento de la matriz son los colonial y eurocéntrica, como acertadamente señaló el venezolano Edgardo Lander.
Al reconocer la naturaleza como sujeto de derechos, para lograr este equilibrio esencial entre las necesidades de la naturaleza y humanos, superar la versión tradicional de los derechos constitucionales a un presente saludable, larga en constitucionalismo latinoamericano. En rigor, tal como propone Eduardo Gudynas (2009), instar a que los derechos de distinguir un medio ambiente sano son parte de los Derechos Humanos, y no implica necesariamente Derechos de la Naturaleza. El propósito de esta distinción es para indicar que las formulaciones tradicionales de los derechos humanos de la tercera generación, es decir, los derechos a un ambiente sano o la calidad de vida, son antropocéntrica de la naturaleza, y debe ser abordado por separado los derechos de la Naturaleza.
Derechos Humanos en el centro se pone en la persona. Se trata de una visión antropocéntrica. En los derechos políticos y sociales, es decir, la primera y segunda generación, el Estado reconoce estos derechos a los ciudadanos como parte de una ciudadanía individualista e individualizado. En lo económico, cultural y ambiental, conocida como derechos de tercera generación, incluido el derecho a que los seres humanos disfrutar de la igualdad de las condiciones sociales y un medio ambiente sano y no contaminado. Se trata de evitar la pobreza y la degradación ambiental que impacta negativamente en la vida de las personas.
La primera generación de derechos de encajar en la visión clásica de la justicia: la imparcialidad ante la ley, garantiza a los ciudadanos, etc. Para cristalizar los derechos económicos y sociales va a la justicia redistributiva o la justicia social, orientada a eliminar la pobreza. Los derechos de la forma de tercera generación, por otra parte, la justicia ambiental, que atiende principalmente a las demandas de los grupos pobres y marginados en la defensa de la calidad de sus condiciones de vida afectada por la destrucción del medio ambiente. En estos casos, cuando hay daño al medio ambiente, los seres humanos pueden ser compensados, reparadas y / o compensación (Berienstein, 2010).
Montecristi en la Constitución, los derechos contenidos en el medio ambiente, es decir, los Derechos Humanos de la tercera generación, se derivan de los mandatos constitucionales fundamentales. Una tecla de la derecha tiene que ver con los procesos de des-mercantilización de la naturaleza, como lo fueron la privatización del agua o la introducción de criterios de mercado para el mercado de servicios ambientales. En concreto, "los servicios ambientales que no son susceptibles de apropiación, su producción, prestación, uso y aprovechamiento serán regulados por el Estado", reza el artículo 74 de la Constitución.
El agua se declaró en la Asamblea Constituyente de Montecristi como un derecho humano fundamental. El agua, por lo tanto, no puede ser visto como un negocio. Por lo tanto, a principios del texto constitucional se estableció en su artículo 12 que "el derecho humano al agua es fundamental e indispensable. El agua es un recurso estratégico nacional de uso público, inalienables, esenciales para la vida. "
La importancia de estas disposiciones constitucionales es múltiple.
• Mientras que el derecho humano de superar el punto de vista del mercado del agua y recuperar el "usuario", es decir, el ciudadano y la ciudadanía, en lugar de "cliente", que sólo se refiere a aquel que se lo puede permitir.
• Si bien los activos nacionales estratégicos, que rescató el papel del Estado en la concesión de los servicios de agua, papel en el que el Estado puede ser muy eficiente, como se demostró en la práctica.
• Si bien se pensaba en el valor a largo plazo, es decir, en las generaciones futuras, la liberación de agua de las presiones a corto plazo y la especulación en el mercado.
• Y como parte de la naturaleza fue reconocida en la Constitución de Montecristi la importancia del agua como esencial para la vida de todas las especies, señalan los Derechos de la Naturaleza.
Se trataba de una posición delantera en el mundo. Dos años después de la incorporación de este mandato constitucional de que el agua, el 28 de julio de 2010, la Asamblea General de la ONU aprobó una propuesta por el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia se declara "el derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano." Este es un derecho "esencial para el disfrute de la vida y todos los derechos humanos" de acuerdo con esta afirmación.
La soberanía alimentaria, la incorporación de la protección del suelo y el uso adecuado del agua, que es un ejercicio en la protección de los miles de campesinos que viven de su trabajo, y sin duda una vida digna de todas las personas, se ha convertido en otro factor principal de las normas constitucionales. Este debería ser el punto de partida de las políticas agrícolas e incluso la recuperación del verdadero activo nacional: su biodiversidad. Se forman en la Constitución como la necesidad de lograr la soberanía energética, sin poner en peligro la soberanía alimentaria y el equilibrio ecológico.
Por otra parte, en los Derechos de la Naturaleza, el centro se pone en la naturaleza, incluyendo, por supuesto, los seres humanos. La naturaleza misma del Valle, independientemente de la utilidad o los usos que los humanos lo hacen. Esto es lo que representa una visión biocéntrica. Estos derechos no abogan por una naturaleza virgen, en el que la luz, por ejemplo, dejar de hacer las plantaciones, la pesca o la ganadería. Estos derechos abogar por la preservación de los sistemas de vida, las agrupaciones de la vida. Su atención se fija en los ecosistemas de las comunidades, no de individuos. Se puede comer carne, pescado y cereales, por ejemplo, garantizando al mismo tiempo que hay funcionamiento de los ecosistemas con especies nativas.
La representación de estos derechos corresponden a las personas, comunidades, pueblos o nacionalidades. A pesar de los opositores no convencionales de esta propuesta, la Constitución es categórico a este respecto en su artículo 71: "La naturaleza o Pacha Mama, donde juega y lleva a cabo su vida, tiene derecho a que respeten plenamente su existencia y de su mantenimiento y regeneración los ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, nación o nacionalidad podrá exigir el cumplimiento de la autoridad pública con los derechos de la Naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los principios de la Constitución, que procede ".
Los derechos de la naturaleza - en este caso otorgado por el pueblo ecuatoriano, que en última instancia, escribió la Constitución a través de sus constituyentes, y aprobada con una mayoría muy amplia en el referéndum del 28 de septiembre de 2008 - se consideran los derechos ecológicos para distinguirlos de los derechos medio ambiente que el anterior. En la Constitución del Ecuador - a diferencia de Bolivia - de estos derechos de manera explícita y Derechos de la Naturaleza. Se aconseja a los derechos de protección de los ciclos de vida y los diferentes procesos evolutivos, no sólo las especies en peligro de extinción y áreas naturales.
En este ámbito, la justicia ecológica tiene por objeto garantizar la persistencia y supervivencia de las especies y sus ecosistemas, como conjuntos, tales como las redes de la vida. Esta justicia es independiente de la justicia ambiental. No es su mandato una compensación por daños ambientales a los seres humanos. Expresado en la restauración de los ecosistemas afectados. En realidad, se debe aplicar al mismo tiempo a dos jueces: el medio ambiente para la gente, y ecológico en la naturaleza.
Tras Gudynas con las reflexiones de los Derechos de la Naturaleza y la necesidad al mismo tiempo, generar otro tipo de definición de la ciudadanía, que se basa en la social, sino también el medio ambiente. Este tipo de ciudadanía es plural, ya que depende de las historias y ambientes, gran cantidad de criterios de justicia ambiental que van más allá de la visión tradicional de la justicia. Gudynas estas ciudadanías llamada "ciudadanía meta-ecológica".
Por una Declaración Universal de la naturaleza humana
Volviendo al análisis realizado previamente, reconociendo la necesidad de propuestas innovadoras, como lo hizo el gobierno ecuatoriano con la Iniciativa Yasuní-ITT para dejar el crudo bajo tierra (16) o el impuesto Daly-Correa, que se cobrará por cada barril de petróleo ser explorado a nivel internacional, destacando el logro del gobierno boliviano de declarar que el agua como un derecho humano fundamental, el Ecuador, su gobierno debe proponer una estrategia coherente que le permita asumir posiciones de liderazgo en la construcción de una sociedad humana equitativo y sostenible.
Esta política eminentemente, que deben ser introducidos en la conducción de las relaciones internacionales requiere, en primer lugar, sabiendo lo que se ha hecho en este campo. En particular, ¿cuáles son las medidas adoptadas para proporcionar una Declaración Universal de Derechos Humanos de la naturaleza.
Estos temas fueron discutidos en varios lugares, incluso antes de la aprobación de la Constitución de Montecristi. Sin embargo, esta Constitución, con su declaración que tiene la naturaleza como sujeto de derechos y se abre la puerta a la plena restauración de la naturaleza afectados por la acción de los seres humanos, tuvo un impacto positivo en grandes segmentos de la opinión pública internacional y se convirtió de inmediato una desafío. Esto es definitivamente un paso de gran importancia hasta el momento. Es vanguardia indiscutible de una propuesta.
La conciencia mundial sobre los problemas ambientales globales tienen una historia. Desde mediados del siglo XX comenzaron a aparecer varios organismos relacionados con la tierra: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 1948, la Conferencia sobre Conservación y Utilización de Recursos, en 1949, la Convención de Ginebra sobre Derecho del Mar en 1958, o en el Tratado Antártico en 1959, por citar algunas de las organizaciones más prominentes.
Desde la Conferencia de Estocolmo en 1972 los problemas ambientales se definen como las cuestiones que trascienden las fronteras de los estados nacionales. Ya hay varias conferencias mundiales dedicadas al medio ambiente, como el de Río de Janeiro en 1991 y Johannesburgo en 2001, con indudable influencia en sus propios países y en las relaciones internacionales. Poco a poco, estos problemas del medio ambiente mundial ha cambiado la manera de abordar este desafío y la opinión de que los seres humanos tienen en la naturaleza.
Una petición formal para la renta variable mundial reparado se formuló en 1980. En el "Informe Norte-Sur: Un programa de supervivencia", preparado por una comisión encabezada por el ex canciller Willy Brandt, afirmó que "nos estamos convirtiendo, nos guste o no, frente a los problemas que afectan a la humanidad en su conjunto, porque para que las soluciones a estos problemas son inevitablemente internacional. La globalización de los peligros y problemas desafíos de la demanda internacional de políticas que van más allá de los nacionales parroquial, o incluso ".
La ley, las instituciones y las políticas han evolucionado. Dado que estas declaraciones ya lejano en el presente muchos cambios introducidos. También la sociedad civil, con la creciente conciencia mundial, también empieza a poner en práctica una serie de acciones e iniciativas. Es cada vez más evidente necesidad de cooperar para proteger la vida humana y el planeta mismo.
Como se recuerda Jörg Leimbach (2008), en 1989, en Seúl, Corea del Sur, las iglesias evangélicas, pensando en una expansión de la Declaración Universal de Derechos Humanos, trabajó en una propuesta de "Derechos para las generaciones futuras - Derechos de la Naturaleza" . En ese momento, propuso un proyecto de declaración. Las discusiones continuaron en posteriores reuniones en Ginebra en 1990, en São Paulo en 1991, hasta que en Wellington en 1992, el tema no fue discutido. Sería en 1997 en Debrecen, se volvió a poner el debate sobre el tema desde la perspectiva de los Derechos de la Naturaleza de marzo en la visión bíblica de la creación.
De acuerdo con estas discusiones, llevadas a cabo en la sociedad civil también debe tenerse en cuenta que ya hay propuestas para la declaración de los Derechos de la Naturaleza. Por ejemplo, existe la Declaración Universal de los Derechos de la Tierra, impulsado por Promulgar Internacional, una organización impulsada por Comac Cullin, Sur África jurista que trabajó en este problema y tiene varios estudios a este respecto. También hay una propuesta de Invierno George, de la Casa del Futuro (Haus der Zukunft), Alemania.
Retrocediendo en el tiempo, ya que está anotando algunos esfuerzos de la sociedad civil, es oportuno reconocer la valiosa contribución de Christopher Stone, considerada por Leimbach como el "padre de los Derechos de la Naturaleza", o Albert Schweitzer, por ejemplo.
Todos estos esfuerzos mencionados y muchos otros abrieron el camino a seguir en busca de un reencuentro del hombre con la naturaleza, que es definitivamente lo que es. Así que si quieres proponer como una formulación alternativa de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la naturaleza, sería necesario analizar cuáles son los medios y las formas de empleo.
Bolivia, cuya Constitución no contiene los Derechos de la Naturaleza, como lo demuestra anterior, tomó una ventaja importante. Debido al fracaso de la Cumbre de Copenhague en diciembre de 2009, Evo Morales convocó a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada en Cochabamba en abril de 2010. Allí, además de promover el tema de los Derechos de la Naturaleza, ha propuesto la creación de un tribunal internacional para juzgar los crímenes contra el medio ambiente.
Más tarde, en julio del mismo año, Bolivia tiene otro logro sustantivo con la declaración del agua como un derecho humano fundamental dentro de la ONU. Esta experiencia puede servir como un punto de referencia.
De acuerdo con los resultados de la acción diplomática de Bolivia para impulsar la Declaración de los Derechos de la Naturaleza que debe conducir a la formación de un bloque de países comprometidos con el tema, lo que coloca a estas luchas en el marco de la cooperación internacional y la complementación, que la presente tipo de medidas tomará tiempo para cristalizar. Y que, por tanto, estas acciones deberían tener una estrategia a largo plazo, lo que permite a los aficionados para incorporar causa.
Una acción de esta naturaleza requiere de un esfuerzo sostenido de coordinación y apoyo de la sociedad civil en cada país involucrado en este esfuerzo, así como otros actores de la sociedad civil en todo el mundo. No es simplemente una acción de gobierno. Por lo tanto, este esfuerzo a nivel diplomático tiene que ser complementada con actividades y campañas, e incluso reciben las propuestas de la sociedad civil. Esta conclusión es importante teniendo en cuenta que en muchas ocasiones los cambios de gobierno puede conducir a la pérdida de trazado de las vías inicialmente incluidos los gobiernos o los proponentes también pueden perder interés en los proyectos iniciados.
Si el gobierno boliviano ha logrado una importante victoria con la declaración del agua como un derecho humano fundamental, el Ecuador, con más razón y argumentos de sobra, podría conducir este tipo de iniciativas. Esto implica la organización de una unidad especializada dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador para trabajar sistemáticamente para construir un frente común para patrocinar la cuestión de los Derechos de las Naciones Unidas de la Naturaleza. Además, esta unidad coordinará todas las acciones que el Estado tiene depositados en el extranjero sobre temas ambientales. No se puede ocupar puestos que siguen diferentes e incluso contradictorios como los ofrecidos por el Ministerio de Medio Ambiente.
Sin embargo, debe quedar claro que hay que estudiar todas las opciones siguientes en el ámbito internacional, a sabiendas de que no se puede esperar que una declaración como la que aquí se dan resultados inmediatos.
Hay que recordar que los derechos humanos no surgieron conceptos como plenamente desarrollados. Desde la Revolución Francesa hasta la Declaración Universal en diciembre de 1948, hubo muchas luchas acumuladas. Su concepción y la aplicación utilizada y requieren un esfuerzo continuo. Y ya que cada derecho implica una nueva lucha política continuó en el marco de redobráveis los esfuerzos diplomáticos. Por lo tanto, el derecho humano a la educación y el trabajo, consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, exigió un largo proceso de debate y de construcción. Algo similar ocurrió con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Tenga en cuenta también lo difícil que es practicar la aceptación de los Derechos Humanos, asumió formalmente el cargo de un universal en 1948. Sin embargo, esto no debe llevar al desaliento. Más bien, es indispensable reflexionar sobre esta estrategia y la vía diplomática a seguir.
Hay muchos puertos de entrada, si se quiere abordar este tema en las Naciones Unidas. Por lo tanto, en mi opinión, es el campo donde se debe desarrollar la mayor parte de estos esfuerzos políticos. Esto no significa, de hecho, el apoyo a la adopción de los Derechos de la Naturaleza en otros ámbitos o en otros países a través de cambios constitucionales, por ejemplo.
Sin pretender agotar el tema, así como un punto de referencia puede ser pensado para actuar en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y podría hilos, el respeto de los derechos humanos con la necesidad de garantizar una gestión ecológica equilibrada con el fin de garantizar de manera efectiva. También podría considerar la posibilidad de otros puertos de entrada por los programas de las Naciones Unidas que se ocupan de cuestiones ambientales, tales como las Naciones Unidas Enviromment (PNUMA) o la División de Derecho y los convenios Envirommental, el PNUMA en marzo de ese. Ciertamente, la Asamblea General de la ONU debe estar en el punto de mira de esta iniciativa diplomática, aquí hay varios comités que podrían proponer áreas de esta propuesta.
Otro punto a aclarar es la conveniencia o no de una declaración de los Derechos de la Naturaleza en un texto independiente de Derechos Humanos. Algunos expertos recomiendan que los derechos deberían ser parte de la Naturaleza de los Derechos Humanos. Estos no son asuntos insignificantes. Se requiere una extensa investigación y consultas en diversos campos.
En resumen, la tarea pendiente es extremadamente complejo. Es necesario vencer la resistencia y las posiciones conservadoras arrogante que se esconden una serie de privilegios, mientras construimos propuestas estratégicas para la acción dentro y fuera del país. La estricta observancia de los derechos de la naturaleza requiere de la existencia de marcos jurídicos internacionales, teniendo en cuenta que los problemas ambientales son cada vez más los temas que se relacionan con la humanidad en su conjunto.
Notas:
1. El "socialismo realmente existente", de hecho, formaba parte de la economía mundial. Nunca ha sido capaz de construirse a sí misma como una opción alternativa en la civilización. Probablemente, las raíces del desprecio por la Naturaleza en el Este y el Oeste son las raíces comunes judeo-cristiana.
2. El problema surge cuando no se reconocen los límites biofísicos y el respeto no confiar en ellos, tal vez, que los avances tecnológicos encontrará respuestas para resolver los problemas que causa este acto, incluyendo a superar estos límites.
3. Esta tesis, como se ha mencionado y reconocido por los economistas, no aceptados o no sabía que estaba leyendo una imposición imperial. La propuesta de división del trabajo está conformado por Ricardo en Methuen, firmado en Lisboa el 27 de diciembre 1703 entre Portugal e Inglaterra. En este acuerdo, sólo tres artículos, sin duda el más corto de la historia diplomática de Europa, se estableció que el portugués iba a comprar telas y textiles de Inglaterra y en cambio los británicos conceder un trato favorable a los vinos de Portugal. Esta relación podría inducir a la tarde para llamar a "intercambio desigual". A la larga, la exportación de materias primas tiene un efecto multiplicador que tiene la exportación de manufacturas.
4. Señala que esta posición se explica no sólo por la disponibilidad de los recursos naturales, sino por la imposición del poder. Gran Bretaña para recordar el primer país industrializado, capitalista con una visión global, no ha practicado la mayor libertad comercial defendido. Por otra parte, con su flota impuso en varias partes del mundo los intereses: introdujo, con la ayuda de armas, el opio en China, debido a la supuesta libertad de comercio o bloqueó los mercados de sus extensas colonias para protegerlos con éxito con la efectos de mantener el monopolio de sus textiles. Históricamente, el punto de partida de las economías exitosas se basó en esquemas proteccionistas, muchos de los cuales siguen vigentes hoy en diversas formas (Ha-Joon Chang, 2002).
5. El presidente Rafael Correa, ante la escasez de electricidad causada por una prolongada sequía, teniendo en cuenta que como resultado de un entorno adverso, declaró públicamente en uno de sus discursos, que "si la naturaleza con esta sequía se opone a la revolución ciudadana, vamos a luchar y juntos nos encontramos, puede estar seguro "(7 de noviembre de 2009).
6. El presidente de Ecuador, en su informe al país el 15 de enero de 2009, para defender la ley de minería utiliza la misma metáfora que Humboldt cuando dijo que "no se volverá a la ley de minería porque el desarrollo responsable de la minería es fundamental para el progreso del país. No podemos quedarnos como mendigos en las bolsas de oro. " En términos similares, adaptados a sus realidades nacionales y las coyunturas correspondiente, otros gobernadores se han manifestado en la región: Alan García y Evo Morales, los líderes de las diversas orientaciones ideológicas, sin duda.
7. Dijo que "las limitaciones reales de la economía tradicional del desarrollo no ha frenado los medios elegidos para alcanzar el crecimiento económico, sino un reconocimiento insuficiente de que este proceso no es sino un medio para otros fines. (...) Esto no sucede sólo que el crecimiento económico es un medio no un fin, también es cierto que para algunos propósitos importantes no es una es muy eficiente "(1985).
8. Aquí se puede citar la obra de Enrique Leff o Serge Latouche, los seguidores de finales de John Stuart Mill, economista Inglés, que en 1848 anticipó algunas ideas fundamentales de lo que hoy se conoce como una economía estacionaria.
9. No es sólo una deuda climática. Esta deuda, que se originó con el despojo colonial - la extracción de recursos minerales o la tala masiva de bosques naturales, por ejemplo - se proyecta tanto en el "intercambio ecológicamente desigual", como en "ocupación gratuita del espacio ambiental" de los países empobrecidos debido a la forma de vida depredadora de los países industrializados. Aquí hay que incorporar las tensiones sobre el medio ambiente a través de las exportaciones de recursos naturales - a menudo mal pagados y no asumen la pérdida de nutrientes y la biodiversidad, por citar otro ejemplo - de los países subdesarrollados, agravada por las crecientes exigencias que se derivan de servicio de la deuda externa y la apertura radical propuesta. La deuda ecológica crece, también, desde otro aspecto interrelacionado con el anterior, en que los países más ricos superado con creces sus fondos ambientales nacionales, la transferencia directa o indirectamente a la "contaminación" (residuos o emisiones) a otras regiones sin asumir cualquier pago. Para ello habría que añadir la biopiratería, impulsada por varias empresas transnacionales de patentes en sus países de origen una serie de plantas y conocimientos indígenas. Por lo tanto, podríamos decir que hay un solo comercio y económicamente desigual, sino que también registró un intercambio ecológicamente desequilibrado y desequilibrante.
10. Bruno Latour, dijo que "es volver a atar el nudo gordiano a través de tantas veces como usted no pasa el corte que separa el conocimiento exacto y el ejercicio del poder, por ejemplo la naturaleza y la cultura." contribución de Latour plantea serios debates en la antropología de la brecha entre las culturas naturaleza singular y plural. Palmed los dos, la política cobra una renovada actualidad.
11. No olvidemos que "las leyes económicas llamados no son leyes eternas de la naturaleza, pero las leyes históricas que aparecen y desaparecen" (Friedrich Engels en una carta a Albert Lange, 29 de marzo de 1865).
12. Alexis Mera, secretario jurídico de la Presidencia, en la comunicación electrónica enviada al autor de estas líneas, el 10 de julio de 2008, el debate en el componente completo, dijo: "Esto no es un problema ideológico, sino técnico. Estoy de acuerdo con todas las protecciones que ofrece la naturaleza como sea posible. Además, he concluido que el personal no se debería explotar el ITT. El sistema de sujetos de derecho existe en este planeta hace 2.500 años, aproximadamente. (...) La diferencia es que la ley tiene por objeto regular las relaciones humanas, como un centro de desarrollo social que debe darse en armonía con la naturaleza. Por lo tanto, los individuos sólo pueden adquirir derechos y contraer obligaciones. Si la naturaleza es sujeto de derecho, significa que debe ser representado por alguien que es tonto y, además, de que alguien pueda oponerse a la acción del hombre. Esto se aplica no sólo a la biodiversidad, sino también las moscas y las cucarachas, que se representa. ¿Por quién? Y las bacterias, los virus? No corresponden a pedir a la OMS para erradicar la viruela, ya que el virus es parte de la naturaleza también y apagar esta "valiosa" especie ".
13. Al leer el texto Galeano en la sesión plenaria de la Asamblea fue capaz de consolidar una posición que parecía prometedor al principio del proceso constitucional.
14. Además de la tradición transcultural que considera la tierra como madre, o como la Pacha Mama, hay otras razones científicas que consideran la tierra como un superorganismo vivo (Gaia), muy complejos, que requieren de atención y debe ser fortalecida. Incluso suponiendo que la Tierra es la razón cosmológica y la vida como momentos en el vasto proceso de evolución del universo. También destaca el carácter de las conexiones cruzadas entre retro-entre todos los seres, todo está conectado con todo, en todos los aspectos y en todas las circunstancias (Boff, 2010).
15. Ver el libro de Jörg Leimbach, Die Rechte der Natur (Los Derechos de la Naturaleza), punto de referencia y Frankfurt, 1988. La traducción al español hecha por el autor de este escrito. Cabe señalar que los textos de este y otros sobre este tema fueron entregados al autor de estas líneas como resultado de la expedición de la Constitución de Montecristi. Además, con muchos expertos en materia constitucional, con la posibilidad de abrir su mente y entender la trascendencia de estas propuestas, estamos trabajando en que en un futuro no muy lejano, podría ser la Declaración Universal de Derechos Humanos de la naturaleza.
16. Sobre este tema puede consultar la amplia contribución de Martínez y Acosta (2010).
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Portuges:
A Natureza, como construção social, ou seja, como termo conceitualizado pelos seres humanos, deve ser reinterpretada e revisada integralmente se não quisermos colocar em risco a vida do ser humano no Planeta”, escreve Alberto Acosta em artigo publicado na Revista da AFESE (do Serviço Exterior Equatoriano), n. 54, agosto 2010.
Alberto Acosta é economista equatoriano, professor e pesquisador da FLACSO. Foi ministro de Minas e Energia do seu país entre janeiro e junho de 2007. Presidiu a Assembleia Constituinte que escreveu a nova Constituição do Equador, entre outubro de 2007 e julho de 2008. A tradução é do Cepat.
Eis o artigo.
“A Natureza tem muito a dizer, e já está na hora de nós, seus filhos, não continuarmos a nos fazer de surdos. E talvez até Deus escute o apelo que ressoa a partir deste país andino – o Equador – e acrescente um décimo primeiro mandamento que foi esquecido nas instruções que nos deu no Monte Sinai: ‘Amarás a Natureza, da qual fazes parte’” (Eduardo Galeano, 18 de abril de 2008).
A acumulação material – mecanicista e interminável de bens –, assumida como progresso, não tem futuro. Os limites dos estilos de vida sustentados na visão ideológica do progresso antropocêntrico são cada vez mais notáveis e preocupantes. Se quisermos que a capacidade de absorção e resiliência da terra não entrem em colapso, devemos deixar de ver os recursos naturais como uma condição para o crescimento econômico ou como simples objeto das políticas de desenvolvimento. E, certamente, devemos aceitar que o ser humano se realiza em comunidade, com e em função de outros seres humanos, como parte integrante da Natureza, sem pretender dominá-la.
Isto nos leva a aceitar que a Natureza, como construção social, ou seja, como termo conceitualizado pelos seres humanos, deve ser reinterpretada e revisada integralmente se não quisermos colocar em risco a vida do ser humano no Planeta. Para começar qualquer reflexão aceitemos que a humanidade não está fora da Natureza e que esta tem limites.
Sem negar as valiosas contribuições da ciência, devemos reconhecer que a voracidade para acumular o capital – o sistema capitalista – forçou as sociedades humanas a subordinar a Natureza, ainda que não se possa ocultar vários casos pré-capitalistas de colapsos de sociedades inteiras por terem descuidado a relação com a Natureza (Diamond, 2006). O que conta é que, de maneira cada vez mais global no capitalismo, através de diversas ideologias, ciências e técnicas, se tentou separar brutalmente o ser humano da Natureza. Foi uma espécie de corte do cordão umbilical da vida. O capitalismo, como “economia mundo” (Immanuel Wallerstein) (1), transformou a Natureza em uma fonte de recursos aparentemente inesgotável...
Neste contexto, quando se colocam os Direitos da Natureza, não se trata de renunciar à necessidade imperiosa de melhorar as condições de vida dos seres humanos, sobretudo daqueles grupos marginalizados e explorados. Também não se coloca o fechamento da porta ao amplo e rico legado científico, nem muito menos renunciar à razão para nos refugiarmos, em nossa angústia ou perplexidade pela marcha do mundo, em misticismos antigos ou de novo cunho, ou em irracionalismos políticos.
Aproveitar as potencialidades que a Natureza oferece, como o fizeram os humanos desde o começo, é inevitável. (2) A tarefa é pesquisar e dialogar com a Natureza, entendendo sempre que estamos imersos nela. Então, o que se requer é consolidar uma nova forma de inter-relação dos seres humanos com a Natureza, como parte integral da mesma. Isso implica uma compreensão científica da Natureza e ao mesmo tempo uma admiração, uma reverência, uma identidade com a Natureza, muito longe de sentimentos de posse e dominação, mas muito próxima da curiosidade e do amor.
América Latina, exportadora de Natureza
Nossa Abya Yala, como o foi a África e a Ásia, foi integrada no mercado mundial como fornecedora de recursos primários há mais de 500 anos. Desta região saiu o ouro, a prata e as pedras preciosas que financiariam a expansão do império espanhol, mas, sobretudo, o surgimento do capitalismo na Europa central. Esta riqueza fez o centro do sistema mundial da Ásia (que tinha sua própria crise interna, em particular a China) se inclinar para a Europa. E desde então estas terras americanas, sobretudo as do sul, assumiram uma posição submissa no contexto internacional ao se especializar na extração de recursos naturais para o mercado mundial.
O conhecido naturalista e geógrafo alemão, Alejandro von Humboldt (1769-1859), apelando à ciência, ratificou a nossa missão exportadora de Natureza no que seria o mundo pós-colonial. Durante a sua visita a esta parte da América a viu como territórios ameaçados pelo exercício da razão exploradora da época, a aproveitar cada vez mais os recursos naturais existentes. Contam que Humboldt – maravilhado com a geografia, a flora e a fauna da região – via os seus habitantes como se fossem mendigos sentados sobre um saco de ouro, referindo-se às suas incomensuráveis riquezas naturais não aproveitadas.
Conseguida a independência da Espanha os países da América Latina seguiram exportando recursos naturais, isto é, Natureza, do mesmo modo que o haviam feito na época colonial.
A mensagem de Humboldt encontrou uma interpretação teórica no renomado livro de David Ricardo “Princípios de Economia Política e Tributação” (1817). Este célebre economista inglês recomendava que um país devia se especializar na produção daqueles bens com vantagens comparativas ou relativas, e adquirir de outro modo aqueles bens nos quais tivesse uma desvantagem comparativa. De acordo com ele, a Inglaterra, em seu exemplo, devia especializar-se na produção de tecidos e Portugal em vinho... Sobre esta base se construiu o fundamento da teoria do comércio exterior. (3)
A partir de então, imbricada profundamente com o modelo de acumulação primário-exportador, se consolidou uma visão passiva e submissa de aceitação deste posicionamento na divisão internacional do trabalho em muitos de nossos países, ricos em recursos naturais. (4) Esta aceitação se manteve profundamente enraizada em amplos segmentos destas sociedades, como se tratasse de um DNA insuperável. Para muitos governantes, inclusive daqueles considerados como progressistas, é quase impossível imaginar-se um caminho de libertação desta “maldição da abundância” dos recursos naturais (Ver Schuldt 1995; Acosta 2009).
O desejo de dominar a Natureza, para transformá-la em produtos exportáveis, esteve presente permanentemente na região. Nos albores da Independência, após o terremoto de Caracas, que ocorreu em 1812, Simon Bolívar pronunciou uma célebre frase, que marcou a época: “Se a Natureza se opõe lutaremos contra ela e faremos com que nos obedeça”. Para além das leituras patrióticas que veem nesse pronunciamento a decisão do líder para enfrentar as adversidades, o que deve ficar claro é que Bolívar atuava de acordo com as demandas da época. Convencido estava ele, em consonância com o pensamento dominante nesse momento, de que se podia dominar a Natureza.
O curioso é que esse espírito de dominação não foi superado apesar de há muito tempo sabermos que é impossível continuar a prosseguir pelo atual caminho depredatório da Natureza. (5) E, do mesmo modo, a ilusão do extrativismo todo-poderoso, plasmado há mais de dois séculos na mensagem de Humboldt, segue vigente. (6)
A Natureza, em suma, segue sendo assumida como um elemento a ser domado, explorado e certamente mercantilizado. A Natureza, concretamente os recursos naturais, são vistos como os pilares para a construção do desenvolvimento.
Os ameaçados limites da Natureza
Diante desta envelhecida visão de dominação e exploração, sustentada no divórcio profundo entre a economia e a Natureza, causadora de crescentes problemas globais, surgiram várias vozes de alerta.
Há já quase 40 anos, o mundo enfrentou uma mensagem de advertência. A Natureza tem limites. Em 1972, no Relatório do Clube de Roma, conhecido como “Os limites do crescimento” ou o Relatório Meadows, o mundo foi confrontado com essa realidade indiscutível. Uma realidade escamoteada pela voracidade das demandas de acumulação do capital, que se sustentam na firme e dogmática crença no poder todo-poderoso da ciência. O ponto é claro, a Natureza não é infinita, tem limites e estes limites estão a ponto de serem superados. Este relatório, que desatou diversas leituras e suposições, ainda que não teve maiores repercussões práticas, deixou plantado no mundo, por um lado, um sinal de alerta, por outro, uma demanda: não podemos seguir pelo mesmo caminho, ao mesmo tempo que requeremos análises e respostas globais.
Já são muitos os economistas de prestígio como Nicholas Georgescu-Roegen, Kenneth Boulding, Herman Daly, Roefie Hueting ou Joan Martínez Alier que demonstraram as limitações do crescimento econômico. Inclusive Amartya Sen, Prêmio Nobel de Economia, economista que não questiona o mercado nem o capitalismo, bradou contra o crescimento econômico visto como sinônimo de desenvolvimento. (7) Atualmente, se multiplicam as reivindicações, sobretudo nos países industrializados, de uma economia que propicie não só o crescimento estacionário, mas o “decrescimento”. (8)
Agora, quando os limites de sustentabilidade do mundo estão sendo literalmente superados, é indispensável buscar soluções ambientais vistas como uma matéria universal. Por um lado, os países empobrecidos e estruturalmente excluídos deverão buscar opções de vida digna e sustentável, que não representem a reedição caricaturizada do estilo de vida ocidental. Ao passo que, por outro lado, os países “desenvolvidos” terão que resolver os crescentes problemas de iniquidade internacional que eles provocaram e, em especial, terão que incorporar critérios de suficiência em suas sociedades antes que tentar sustentar, às custas do resto da humanidade, a lógica da eficiência entendida como a acumulação material permanente. Em última instância, os países ricos devem mudar seu estilo de vida que coloca em risco o equilíbrio ecológico mundial, pois desde esta perspectiva são, de alguma maneira, também subdesenvolvidos ou “mal desenvolvidos” (Tortosa). Ao mesmo tempo, devem assumir sua corresponsabilidade para dar lugar a uma restauração global dos danos provocados; em outras palavras, devem pagar sua dívida ecológica. (9)
A crise provocada pela superação dos limites da Natureza implica necessariamente em questionar a institucionalidade e a organização sociopolítica. Tenhamos presente que, “na crise ecológica não apenas se sobrecarregam, distorcem, esgotam os recursos do ecossistema, mas também os ‘sistemas de funcionamento social’, ou, dito de outra maneira: exige-se muito das formas institucionalizadas de regulação social; a sociedade converte-se em um risco ecológico” (Egon Becker, 2001). Risco que amplifica as tendências excludentes e autoritárias, assim como as desigualdades e iniquidades tão próprias do sistema capitalista: “um sistema de valores, um modelo de existência, uma civilização: a civilização da desigualdade”, como o entendia o economista austríaco Joseph Schumpeter.
Diante destes desafios, aflora com força a necessidade de repensar a sustentabilidade em função da capacidade de carga e resiliência da Natureza. Em outras palavras, a tarefa radica no conhecimento das verdadeiras dimensões da sustentabilidade, que não podem ser subordinadas a demandas antropocêntricas. Esta tarefa demanda uma nova ética para organizar a própria vida. Precisa-se reconhecer que o desenvolvimento convencional nos leva a um beco sem saída. Os limites da Natureza, aceleradamente ultrapassados pelos estilos de vida antropocêntricos, particularmente exacerbados pelas demandas de acumulação do capital, são cada vez mais notáveis e insustentáveis.
A tarefa parece simples, mas é extremamente complexa. Em vez de manter o divórcio entre Natureza e ser humano, é preciso proporcionar seu reencontro, algo assim como tentar atar o nó górdio quebrado pela força de uma concepção de vida depredadora e certamente intolerável. (10) Para conseguir esta transformação civilizatória, uma das tarefas iniciais consiste na desmercantilização da Natureza. Os objetivos econômicos devem estar subordinados às leis de funcionamento dos sistemas naturais, sem perder de vista o respeito à dignidade humana procurando assegurar qualidade na vida das pessoas.
Concretamente, a economia deve derrubar todo o arcabouço teórico que esvaziou “de materialidade a noção de produção e (separou) por completo o raciocínio econômico do mundo físico, completando assim a ruptura epistemológica que significou deslocar a ideia de sistema econômico, com seu carrossel de produção e crescimento, para o mero campo do valor” (José Manuel Naredo, 2009). (11)
Escrever essa mudança histórica é o melhor desafio da humanidade se é que não se quer colocar em risco a própria existência do ser humano sobre a terra.
Os Direitos da Natureza ou o direito à existência
As reflexões anteriores contextualizam historicamente os passos vanguardistas dados na Assembleia Constituinte de Montecristi. Situam com clareza por onde deveria marchar a construção de uma nova forma de organização da sociedade, se realmente esta pretende ser uma opção de vida, enquanto respeita e convive com a Natureza.
Nesse empenho, após conhecer o que realmente significam e apresentar os Direitos da Natureza, é preciso configurar uma estratégia de ação que comece por identificar, primeiro, os mega-direitos (Direitos Humanos, Direitos da Natureza e do Bem Viver, especialmente) e, depois, os meta-direitos (a água, a soberania alimentar, a biodiversidade, a soberania energética).
Na Constituição equatoriana de 2008, ao reconhecer os Direitos da Natureza, isto é, entender a Natureza como sujeito de direitos, e somar-lhe o direito de ser restaurada quando foi destruída, se estabeleceu um objetivo na humanidade. Igualmente transcendente foi a incorporação do termo Pacha Mama, como sinônimo de Natureza, enquanto reconhecimento de plurinacionalidade e interculturalidade.
A discussão no interior da Assembleia Constituinte em Montecristi foi complexa. Vários participantes, inclusive do bloco da situação, o majoritário, assim como membros de alto nível do próprio governo, não quiseram aceitar os Direitos da Natureza e a acusaram inclusive de uma “estupidez”. (12) Fora da Assembleia, os Direitos da Natureza foram vistos como uma “confusão conceitual” pelos conservadores do direito, essencialmente incapazes de entender as mudanças em andamento. Para eles, é difícil compreender que o mundo está em movimento permanente.
Ao longo da história legal, cada ampliação dos direitos foi anteriormente impensável. A emancipação dos escravos ou a extinção dos direitos aos afroamericanos, às mulheres e às crianças foram uma vez rechaçadas por ser considerados um absurdo. Demandou-se que ao longo da história se reconheça “o direito de ter direitos” e isto se conseguiu sempre com um esforço político para mudar aquelas leis que negavam esses direitos.
A libertação da Natureza desta condição de sujeito sem direitos ou de simples objeto de propriedade, exigiu e exige, então, um esforço político que a reconhece como sujeito de direitos. Este aspecto é fundamental se aceitamos que todos os seres vivos têm o mesmo valor ontológico, o que não implica que todos sejam idênticos.
Dotar a Natureza de Direitos significa, então, estimular politicamente sua passagem de objeto a sujeito, como parte de um processo centenário de ampliação dos sujeitos do direito, como recordava já em 1988 Jörg Leimbacher, jurista suíço. A questão central dos Direitos da Natureza, de acordo com o mesmo Leimbacher, é resgatar o “direito à existência” dos próprios seres humanos. Este é um ponto medular dos Direitos da Natureza. Insistamos até o cansaço que o ser humano não pode viver à margem da Natureza. Portanto, garantir a sustentabilidade é indispensável para assegurar a vida do ser humano no planeta. Esta luta de libertação, enquanto esforço político, começa por reconhecer que o sistema capitalista destrói suas próprias condições biofísicas de existência.
A conjuntura político do momento constituinte, a intensidade do debate e o compromisso de um grupo de constituintes, assim como também contribuições de vários especialistas na matéria, inclusive o oportuno texto escrito por Eduardo Galeano, no qual destacava a importância da discussão que se travava em Montecristi, (13) permitiram que finalmente se aceitasse esta iniciativa depois de um árduo trabalho. Certamente, neste ponto seria preciso levar em conta todas as contribuições e as lutas do mundo indígena, onde Pacha Mama é parte consubstancial de suas vidas. (14)
Além do fato de que a Natureza faz parte ativa da cosmovisão indígena, em que os seres humanos estão imersos na Natureza, a ideia de dotar de direitos a Natureza tem antecedentes inclusive no mundo ocidental. Esta tese já foi recolhida por Ítalo Calvino no século XIX, quando recordava que o barão Cosimo Piovasco de Rondò, conhecido como “o barão das árvores”, durante a Revolução Francesa propôs um “projeto de Constituição para um ente estatal republicano com a Declaração dos Direitos Humanos, dos Direitos das Mulheres, das Crianças, dos Animais Domésticos e dos Animais Selvagens, incluindo pássaros, peixes e insetos, assim como plantas, quer sejam árvores ou leguminosas e ervas”. (15)
Apesar dos avanços constitucionais obtidos, desde a entrada em vigor da nova Constituição equatoriana, em outubro de 2008, se transitou por uma vereda complicada no que se refere à aplicação de suas normas, patrocinadas pelo Executivo, que contradizem princípios constitucionais no campo dos direitos ambientais e da Natureza especialmente. Portanto, conscientes de que não será fácil cristalizar estas transformações no Equador, sabemos que sua aprovação será ainda muito mais complexa em nível mundial. Sobretudo na medida em que estas afetam os privilégios dos círculos de poder nacionais e transnacionais, que farão o impossível para deter este processo de libertação. Mais, a partir da vigência dos Direitos da Natureza é indispensável vislumbrar uma civilização pós-capitalista.
Tendo um marco referencial constitucional transformador como o de Montecristi a tarefa consiste em enfrentar democraticamente a luta pela vida, que é o que está realmente em jogo. E, certamente, será necessário colocar em prática uma estratégia internacional para poder potencializar tantos princípios de vanguarda que a Constituição equatoriana tem, como poderia ser impulsionar a Declaração Universal dos Direitos da Natureza.
Antes de propor algumas reflexões sobre como os Direitos da Natureza poderiam ser incorporados à política internacional do Equador, reconhecendo de antemão a importância de uma gestão diplomática profundamente renovada e renovadora, dediquemos algumas linhas a discutir a relação e as diferenças entre Direitos Humanos e Direitos da Natureza.
Os Direitos Humanos e os Direitos da Natureza
A vigência dos Direitos da Natureza coloca mudanças profundas. Gudynas é claro a este respeito, é preciso transitar do atual antropocentrismo ao biocentrismo. Trânsito que exige um processo de transição sustentável e plural. A tarefa, no dizer de Roberto Guimarães, é organizar a sociedade e a economia assegurando a integridade dos processos naturais, garantindo os fluxos de energia e de materiais na biosfera, sem deixar de preservar a biodiversidade do planeta.
Portanto, esta definição pioneira em nível mundial, de que a Natureza é sujeito de direitos, é uma resposta de vanguarda frente à atual crise civilizatória. E como tal, foi sendo assumida em amplos segmentos da comunidade internacional, consciente de que é impossível continuar com um modelo de sociedade depredadora, baseada na luta dos seres humanos contra a Natureza. Não vale mais a identificação do bem-estar e da riqueza como acumulação de bens materiais, com as consequentes expectativas de crescimento econômico e consumo ilimitados. Neste sentido é necessário reconhecer que os instrumentos disponíveis para analisar estes assuntos já não servem. São instrumentos que naturalizam e convertem em inevitável este padrão civilizatório. São conhecimentos de matriz colonial e eurocêntrica, como acertadamente assinala o venezuelano Edgardo Lander.
Ao reconhecer a Natureza como sujeito de direitos, na busca desse indispensável equilíbrio entre a Natureza e as necessidades dos seres humanos, supera-se a versão constitucional tradicional dos direitos humanos a um ambiente saudável, presentes há muito tempo no constitucionalismo latino-americano. Em sentido estrito, assim como propõe Eduardo Gudynas (2009), urge distinguir que os direitos a um ambiente saudável fazem parte dos Direitos Humanos, e que não necessariamente implicam Direitos da Natureza. A finalidade desta distinção é indicar que as formulações clássicas dos Direitos Humanos de terceira geração, isto é, os direitos a um ambiente saudável ou qualidade de vida, na essência são antropocêntricos, e que devem ser entendidos separadamente dos Direitos da Natureza.
Nos Direitos Humanos o centro está posto na pessoa. Trata-se de uma visão antropocêntrica. Nos direitos políticos e sociais, isto é, de primeira e segunda geração, o Estado reconhece aos cidadãos esses direitos, como parte de uma visão individualista e individualizadora da cidadania. Nos direitos econômicos, culturais e ambientais, conhecidos como direitos de terceira geração, se inclui o direito a que os seres humanos gozem de condições sociais equitativas e de um meio-ambiente saudável e não contaminado. Procura-se evitar a pobreza e a deterioração ambiental que impacta negativamente na vida das pessoas.
Os direitos de primeira geração se enquadram na visão clássica da justiça: imparcialidade diante da lei, garantias cidadãs, etc. Para cristalizar os direitos econômicos e sociais passa-se à justiça redistributiva ou justiça social, orientada a resolver a pobreza. Os direitos de terceira geração configuram, além disso, a justiça ambiental, que atende, sobretudo, a demandas de grupos pobres e marginalizados em defesa da qualidade de suas condições de vida afetada por destruições ambientais. Nestes casos, quando há danos ambientais, os seres humanos podem ser indenizados, reparados e/ou compensados (Berienstein, 2010).
Na Constituição de Montecristi, dos direitos referidos ao ambiente, isto é, dos Direitos Humanos de terceira geração, se derivam mandatos constitucionais fundamentais. Um direito chave tem a ver com processos de desmercantilização da Natureza, como foram a privatização da água ou a introdução de critérios mercantis para comercializar os serviços ambientais. Concretamente, “os serviços ambientais não serão suscetíveis de apropriação; sua produção, prestação, uso e aproveitamento serão regulados pelo Estado”, reza o artigo 74 da Constituição.
A água foi declarada na Assembleia Constituinte de Montecristi como um direito humano fundamental. A água, portanto, não pode ser vista como um negócio. Por isso, no início do texto constitucional se estabeleceu, no artigo 12, que “o direito humano à água é fundamental e irrenunciável. A água constitui patrimônio nacional estratégico de uso público, inalienável, imprescritível e essencial para a vida”.
A transcendência destas disposições constitucionais é múltipla.
•Enquanto direito humano se superou a visão mercantil da água e se recuperou a do “usuário”, isto é, a do cidadão e da cidadania, em vez do “cliente”, que se refere só àquele que pode pagar.
•Enquanto bem nacional estratégico, se resgatou o papel do Estado na outorga dos serviços de água; papel no qual o Estado pode ser muito eficiente, como na prática ficou comprovado.
•Enquanto patrimônio se pensou no longo prazo, isto é, nas futuras gerações, libertando a água das pressões de curto prazo do mercado e da especulação.
•E enquanto componente da Natureza, se reconheceu na Constituição de Montecristi a importância da água como essencial para a vida de todas as espécies, para onde apontam os Direitos da Natureza.
Esta constituiu uma posição de avanço em nível mundial. Dois anos depois da incorporação deste mandato constituinte referido à água, em 28 de julho de 2010, a Assembleia Geral da ONU aprovou a proposta do governo do Estado Plurinacional da Bolívia declarando “o direito à água segura e ao saneamento como um direito humano”. Este é um direito “essencial para o pleno gozo da vida e de todos os direitos humanos”, em conformidade com esta declaração.
A soberania alimentar, que incorpora a proteção do solo e o uso adequado da água, que representa um exercício de proteção aos milhares de camponeses que vivem de seu trabalho e, certamente, a existência digna de toda a população, se transformou em outro eixo condutor das normativas constitucionais. Este deveria ser o ponto de partida das políticas agrárias e inclusive da recuperação do verdadeiro patrimônio nacional: sua biodiversidade. Na Constituição se plasma inclusive a necessidade de conseguir a soberania energética, sem colocar em risco a soberania alimentar ou o equilíbrio ecológico.
Por outro lado, nos Direitos da Natureza o centro está posto na Natureza, que inclui, certamente, o ser humano. A Natureza vale por si mesma, independentemente da utilidade ou dos usos que o ser humano fizer dela. É isto que representa uma visão biocêntrica. Estes direitos não defendem uma Natureza intocada, que nos leve, por exemplo, a deixar de fazer plantações, pesca ou pecuária. Estes direitos defendem a manutenção dos sistemas de vida, os conjuntos de vida. Sua atenção se fixa nos ecossistemas, nas coletividades, não nos indivíduos. Pode-se comer carne, peixes e grãos, por exemplo, enquanto se assegure que haja ecossistemas funcionando com suas espécies nativas.
A representação destes direitos corresponde às pessoas, comunidades, povos ou nacionalidades. A despeito dos adversários desta proposta vanguardista, a Constituição é categórica a este respeito em seu artigo 71: “A Natureza ou Pacha Mama, onde se reproduz e realiza a vida, tem direito a que se respeite integralmente sua existência e a manutenção e regeneração de seus ciclos vitais, estrutura, funções e processos evolutivos. Toda pessoa, comunidade, povo ou nacionalidade poderá exigir à autoridade pública o cumprimento dos direitos da Natureza. Para aplicar e interpretar estes direitos observar-se-ão os princípios estabelecidos na Constituição, no que procede”.
Os Direitos da Natureza neste caso outorgados pelo povo equatoriano, quem em última instância redigiu a Constituição através de seus constituintes e que aprovou a com uma amplíssima maioria no referendo de 28 de setembro de 2008 são considerados direitos ecológicos para diferenciá-los dos direitos ambientais da opção anterior. Na Constituição equatoriana – diferente da boliviana – estes direitos aparecem de forma explícita como Direitos da Natureza. São direitos orientados a proteger ciclos vitais e os diversos processos evolutivos, não apenas as espécies ameaçadas e as áreas naturais. Neste campo, a justiça ecológica pretende assegurar a persistência e a sobrevivência das espécies e seus ecossistemas, como conjuntos, como redes de vida. Esta justiça é independente da justiça ambiental. Não é de sua incumbência a indenização aos humanos pelo dano ambiental. Expressa-se na restauração dos ecossistemas afetados. Na realidade, devem-se aplicar simultaneamente as duas justiças: a ambiental para as pessoas, e a ecológica para a Natureza.
Seguindo com as reflexões de Gudynas, os Direitos da Natureza necessitam e ao mesmo tempo originam outro tipo de definição de cidadania, que se constrói no social, mas também no ambiental. Esse tipo de cidadania é plural, já que depende das histórias e dos ambientes, acolhem critérios de justiça ecológica que superam a visão tradicional de justiça. Gudynas denomina estas cidadanias de “meta-cidadanias ecológicas”.
Por uma Declaração Universal dos Direitos da Natureza
Retomando a análise anteriormente realizada, reconhecendo a necessidade de fazer propostas inovadoras, como fez o governo equatoriano com a Iniciativa Yasuní-ITT para deixar o petróleo no subsolo (16) ou com o imposto Daly-Correa a ser cobrado por cada barril de petróleo que seja explorado em nível internacional, destacando a conquista do governo boliviano para que se declare a água como um direito humano fundamental, o Equador, seu governo, deve propor-se uma estratégia coerente que lhe permita assumir posições de liderança na construção de uma sociedade humana equitativa e sustentável.
Esta tarefa eminentemente política, que deve ser inserida na condução das relações internacionais, exige, em primeiro lugar, conhecer o que já foi feito neste campo. Em particular, quais são os passos dados para propiciar uma Declaração Universal dos Direitos da Natureza.
Estes temas foram discutidos em diversos espaços ainda antes da aprovação da Constituição de Montecristi. Contudo, esta Constituição, com sua declaração que assume a Natureza como sujeito de direitos e abre a porta para a restauração integral da Natureza afetada pela ação dos seres humanos, teve um impacto positivo em amplos segmentos da opinião pública internacional e se converteu imediatamente em um desafio. Este é definitivamente o passo de maior transcendência até agora. É uma proposta de indiscutível vanguarda.
A tomada de consciência a nível mundial sobre os problemas ambientais globais tem história. Desde a metade do século XX começaram a aparecer várias instâncias preocupadas com a terra: a União Mundial para a Conservação da Natureza (UICN), em 1948; a Conferência para a Conservação e Utilização dos Recursos, em 1949; o Convênio de Genebra sobre o Direito do Mar, em 1958; ou, o Tratado Antártico, em 1959, para citar algumas das organizações mais destacadas.
Desde a Conferência de Estocolmo em 1972 os problemas ambientais são definidos como temas que ultrapassam as fronteiras dos Estados nacionais. Já são várias as conferências mundiais dedicadas ao ambiente, como a do Rio de Janeiro em 1991 e a de Johannesburgo em 2001, com indubitável influência nos países e nas próprias relações internacionais. Paulatinamente, estes problemas ambientais globais modificaram a forma como se aborda este desafio e a visão que os seres humanos têm sobre a Natureza.
Uma reivindicação formal por ações globais consertadas foi formulada em 1980. No “Relatório Norte-Sul: Um programa de sobrevivência”, elaborado por uma comissão presidida pelo ex-chanceler Willy Brandt, se estabeleceu que “estamos cada vez mais, gostemos ou não, frente a problemas que afetam a humanidade em seu conjunto, razão pela qual as soluções para estes problemas são inevitavelmente internacionais. A globalização dos perigos e dos desafios demanda políticas internacionais que ultrapassam os temas paroquiais ou, inclusive, nacionais”.
O direito, as instituições e as políticas evoluíram. Desde aquelas agora distantes declarações até a data presente são muitas as mudanças introduzidas. Também a sociedade civil, com crescente consciência global, começa também a colocar em prática uma série de ações e iniciativas. É cada vez mais evidente a necessidade de cooperar para proteger a vida do ser humano e do próprio planeta.
Como recorda Jörg Leimbacher (2008), em 1989, em Seul, na Coreia do Sul, as igrejas evangélicas, pensando em uma ampliação da Declaração Universal dos Direitos Humanos, trabalharam em uma proposta de “Direitos para as futuras gerações – Direitos da Natureza”. Nessa ocasião, foi proposto um rascunho de declaração. As discussões continuaram em sucessivos encontros em Genebra, em 1990, em São Paulo, em 1991, até que em Wellington, em 1992, não foi discutido o tema. Seria em 1997, em Debrecen, que se voltou a colocar a discussão do tema desde a perspectiva dos Direitos da Natureza no marco da visão bíblica da criação.
Na linha destas discussões, levadas a cabo na sociedade civil, se deve também assinalar que já há propostas de declaração dos Direitos da Natureza. Por exemplo, há a Declaração Universal dos Direitos da Terra, impulsionada pela EnAct International; uma organização impulsionada por Comac Cullinam, jurista sul-africano, que trabalhou sobre esta matéria e tem vários estudos a este respeito. Também há a proposta de George Winter, da Casa do Futuro (Haus der Zukunft), da Alemanha.
Retrocedendo um pouco no tempo, posto que se está pontuando alguns esforços a partir da sociedade civil, é oportuno reconhecer a valiosa contribuição de Christopher Stone, considerado por Leimbacher como o “pai dos Direitos da Natureza”, ou de Albert Schweizer, por exemplo.
Todos estes esforços mencionados e muitos outros prepararam o terreno para caminhar na busca de um reencontro do ser humano com a Natureza, que é do que definitivamente se trata. Então, caso se queira propor como opção a formulação da Declaração Universal dos Direitos da Natureza, seria preciso analisar quais seriam os meios e os caminhos a empregar.
A Bolívia, em cuja Constituição não constam os Direitos da Natureza, como deixamos claro anteriormente, assumiu uma importante liderança. Por conta do fracasso da Cúpula de Copenhague em dezembro de 2009, Evo Morales convocou a Conferência Mundial dos Povos sobre a Mudança Climática e os Direitos da Mãe Terra, que aconteceu em Cochabamba em abril de 2010. Ali, além de promover o tema dos Direitos da Natureza, se propôs a criação de um Tribunal Internacional para julgar os crimes ambientais. Mais adiante, em julho do mesmo ano, a Bolívia conseguiu outra conquista substantiva com a declaração da água como um direito humano fundamental no seio da ONU. Esta experiência pode servir como outro ponto de referência.
Em conformidade com os resultados desta ação diplomática boliviana, para impulsionar a Declaração dos Direitos da Natureza se deveria dar lugar à conformação de um bloco de países comprometidos com o tema, que coloque estas lutas em um marco de colaboração e complementação internacional, considerando que este tipo de ação levará tempo para se cristalizar. E que, portanto, estas ações devem contar com uma estratégia de longo prazo, que permita incorporar adeptos à causa.
Uma ação desta natureza exige um esforço sustentado de coordenação e respaldo por parte da sociedade civil de cada um dos países envolvidos neste empenho, assim como também de outros atores da sociedade civil mundial. Não se trata, simplesmente, de uma ação dos governos. Portanto, este esforço a nível diplomático tem que ser complementado com atividades e campanhas propostas e inclusive dirigidas a partir da sociedade civil. Esta conclusão é fundamental considerando que em não poucas ocasiões as mudanças de governo podem levar a perder o rumo traçado inicialmente ou inclusive os governos proponentes podem também perder o interesse nos projetos iniciados.
Se o governo boliviano conseguiu uma importante conquista com a declaração da água como direito humano fundamental, o Equador, com maior razão e argumentos de sobra, poderia liderar este tipo de iniciativa. Isto implica na organização de uma unidade especializada no Ministério de Relações Exteriores do Equador que trabalhe sistematicamente para construir uma frente comum para patrocinar a questão dos Direitos da Natureza na ONU. Igualmente, esta unidade deverá coordenar todas as ações que o Estado equatoriano realiza no exterior em temas ambientais. Não é possível que se sigam mantendo posições diversas e inclusive contraditórias como aquelas propiciadas pelo Ministério do Ambiente.
Contudo, deve ficar claro que se deve estudar todas as opções a seguir no âmbito internacional, conscientes de que não é possível esperar que uma Declaração como a que aqui se propõe dê resultados imediatos.
Deve-se recordar que os Direitos Humanos não surgiram como conceitos totalmente desenvolvidos. Desde a Revolução Francesa até a sua Declaração Universal, em dezembro de 1948, foram muitas as lutas acumuladas. Sua concepção e aplicação implicaram e implicam um esforço continuado. E desde então cada novo direito implica um continuado esforço político, no marco de redobráveis esforços diplomáticos. Assim, o Direito Humano à educação e ao trabalho, incorporado na Declaração Universal dos Direitos Humanos, exigiu um prolongado processo de debate e construção. Algo similar aconteceu com o Pacto Internacional sobre Direitos Econômicos, Sociais e Culturais ou com a Declaração sobre os Direitos dos Povos Indígenas.
Tenha-se presente também o difícil que é a aceitação na prática dos Direitos Humanos, assumidos formalmente como um mandato universal já em 1948. Isto, contudo, não deve levar ao desânimo. Pelo contrário, é indispensável pensar nesta estratégia e no caminho diplomático a seguir.
São muitas as portas de entrada, caso se queira abordar este tema na ONU. Por isso, na minha opinião, é o campo onde se deve desenvolver a maioria destes esforços políticos. Isto não impede, certamente, de apoiar a adoção dos Direitos da Natureza em outros âmbitos ou em outros países através de mudanças constitucionais, por exemplo.
Sem pretender esgotar o tema, apenas como ponto de referência se poderia pensar em agir no Conselho de Direitos Humanos da ONU; ali se poderia encadear o respeito dos Direitos Humanos com a necessidade de garantir um manejo ecológico equilibrado para poder garanti-lo efetivamente. Também se poderiam considerar outras portas de entrada nos programas da ONU que abordam temas ambientais como o United Nations Enviromment Programme (UNEP) ou a Division of Envirommental Law and Conventions, no marco do mesmo UNEP. Certamente, a Assembleia Geral da ONU deve estar na mira desta iniciativa diplomática; aqui existem várias comissões que poderiam ser espaços para propor esta proposta.
Outro ponto a ser esclarecido é a conveniência ou não de uma declaração dos Direitos da Natureza em um texto independente dos Direitos Humanos. Há especialistas que recomendam que os Direitos da Natureza deveriam fazer parte dos Direitos Humanos. Estas não são questões insignificantes. Requer-se uma profunda pesquisa e consultas em diversos âmbitos.
Em síntese, a tarefa pendente é sumamente complexa. É preciso vencer resistências conservadoras e posições prepotentes que escondem uma série de privilégios, ao mesmo tempo que se constroem propostas estratégicas de ação dentro e fora do país. A estrita vigência dos Direitos da Natureza exige a existência de marcos jurídicos internacionais adequados, tendo em consideração que os problemas ambientais são cada vez mais temas que dizem respeito à humanidade em seu conjunto.
Notas:
1. O “socialismo realmente existente”, na realidade, formava parte desta economia-mundo. Nunca conseguiu erigir-se como uma opção alternativa em termos civilizatórios. Provavelmente, as raízes do desprezo pela Natureza no Leste e no Ocidente sejam as raízes comuns judeu-cristãs.
2. O problema surge quando não se reconhecem os limites biofísicos e não se os respeita confiando, talvez, em que os avanços tecnológicos permitirão encontrar respostas para resolver os problemas que este agir provoca, inclusive para superar esses limites.
3. Esta tese, tão mencionada e reconhecida pelos economistas, não aceitava ou não conhecia que se tratava simplesmente da leitura de uma imposição imperial. A divisão do trabalho proposta por Ricardo se plasmou no Acordo de Methuen, assinado em Lisboa em 27 de dezembro de 1703 entre Portugal e Inglaterra. Neste acordo, de apenas três artigos, seguramente o mais curto da história diplomática europeia, se estabelecia que os portugueses comprariam tecidos e produtos têxteis da Inglaterra e, em contrapartida, os britânicos concederiam trato favorável aos vinhos procedentes de Portugal. Esta relação provocaria o que depois se chamaria de “intercâmbio desigual”. No longo prazo, exportar matérias-primas não tem os efeitos multiplicadores que tem a exportação de manufaturas.
4. Convém recorda que este posicionamento não se explica unicamente pela disponibilidade de recursos naturais, mas pela imposição das potências. A Grã-Bretanha, para recordar o primeiro país capitalista industrializado com vocação global, não praticou a liberdade comercial que tanto defendia. Além disso, com sua frota impôs em várias partes do planeta seus interesses: introduziu, com a ajuda de canhões, o ópio na China, por conta da suposta liberdade de comércio ou bloqueou os mercados de suas extensas colônias exitosas para protegê-los com a finalidade de manter o monopólio de seus têxteis. Historicamente, o ponto de partida das economias exitosas se baseou em esquemas protecionistas, muitos dos quais continuam vigentes de diversas formas até hoje (Ha-Joon Chang, 2002).
5. O presidente Rafael Correa, diante dos racionamentos de energia elétrica provocados por uma prolongada estiagem, considerando-os como fruto de uma adversidade ambiental, declarou publicamente em uma de suas alocuções, que “se a Natureza com esta seca se opuser à revolução cidadã, lutaremos e juntos a venceremos, tenham certeza” (7 de novembro de 2009).
6. O próprio presidente equatoriano, em seu relatório ao País, no dia 15 de janeiro de 2009, para defender a Lei de Mineração recorreu à mesma metáfora que Humboldt quando disse que “não retrocederemos na Lei de Mineração, porque o desenvolvimento responsável da mineração é fundamental para o progresso do país. Não podemos nos sentar como mendigos no saco de ouro”. Em termos similares, ajustados às suas realidades nacionais e às conjunturas correspondentes, se expressaram outros governantes da região: Alan García ou Evo Morales, governantes de diversas orientações ideológicas, certamente.
7. Ele afirmou que “as limitações reais da economia tradicional do desenvolvimento não provieram dos meios escolhidos para alcançar o crescimento econômico, mas de um reconhecimento insuficiente de que esse processo não é mais que um meio para conseguir outros fins. (...) Não acontece somente que o crescimento econômico seja mais um meio que um fim; também acontece que para certos fins importantes não é um meio muito eficiente” (1985).
8. Aqui poderíamos citar os trabalhos de Enrique Leff ou Serge Latouche, seguidores tardios de John Stuart Mill, economista inglês, que em 1848 antecipou algumas reflexões fundacionais do que hoje se conhece como uma economia estacionária.
9. Não se trata somente de uma dívida climática. Esta dívida, que se originou com a espoliação colonial – a extração de recursos minerais ou o corte massivo das florestas naturais, por exemplo –, se projeta tanto no “intercâmbio ecologicamente desigual”, como na “ocupação gratuita do espaço ambiental” dos países empobrecidos em decorrência do estilo de vida depredador dos países industrializados. Aqui cabe incorporar as pressões provocadas sobre o meio ambiente através das exportações de recursos naturais – normalmente mal pagos e que também não assumem a perda de nutrientes e da biodiversidade, para mencionar outro exemplo – provenientes dos países subdesenvolvidos, exacerbadas pelos crescentes requerimentos que derivam do serviço da dívida externa e da proposta radical de abertura. A dívida ecológica cresce, também, desde outra vertente inter-relacionada com a anterior, na medida em que os países mais ricos superaram largamente seus equilíbrios ambientais nacionais, ao transferir direta ou indiretamente “poluição” (resíduos ou emissões) para outras regiões sem assumir pagamento algum. A isso teria que se acrescentar a biopirataria, impulsionada por várias corporações transnacionais que patenteiam em seus países de origem uma série de plantas e conhecimentos indígenas. Por isso, bem poderíamos afirmar que não há apenas um intercâmbio comercial e financeiramente desigual, mas também se registra um intercâmbio ecologicamente desequilibrado e desequilibrador.
10. Bruno Latour disse que “se trata de voltar a atar o nó górdio atravessando, tantas vezes quanto fizer falta, o corte que separa os conhecimentos exatos e o exercício do poder, digamos a Natureza e a cultura”. A contribuição de Latour coloca profundos debates na antropologia sobre a divisão entre Natureza no singular e as culturas no plural. Empalmando as duas, a política cobra uma renovada atualidade.
11. Não nos esqueçamos de que “as assim chamadas leis econômicas não são leis eternas da Natureza, mas leis históricas que aparecem e desaparecem” (Friedrich Engels em carta a Albert Lange, 29 de março de 1865).
12. Alexis Mera, secretário jurídico da Presidência, em comunicação eletrônica enviada ao autor destas linhas, em 10 de julho de 2008, em pleno debate constituinte, dizia que “Isto não é um problema ideológico, mas técnico. Estou de acordo com todas as proteções à natureza possível. Inclusive, cheguei à conclusão pessoal que não se deve explorar o ITT. O regime de sujeitos do direito existe no planeta há 2.500 anos, aproximadamente. (...) A diferença está em que o Direito se dirige a regular as relações humanas, como centro do desenvolvimento social que se deve dar em harmonia com a natureza. Por isso, só as pessoas podem adquirir direitos e contrair obrigações. Se a natureza é sujeito de direito, significa que deve ser representada por alguém, o que é estúpido e, além disso, esse alguém poderia se opor à ação do homem. Isto não se aplica apenas à biodiversidade, mas inclusive às moscas e baratas, que deverão ser representadas. Por quem? E as bactérias, os vírus? Corresponderia que solicitemos à OMS para não erradicar a varíola, já que o vírus faz parte da natureza também e extinguimos essa ‘valiosa’ espécie”.
13. A leitura do texto de Galeano no plenário da Assembleia conseguiu consolidar uma posição que não parecia promissora no início do processo constituinte.
14. Além de tradição transcultural que considera a terra como Mãe, ou seja, como a Pacha Mama, há outras razões científicas que consideram a terra como um superorganismo vivo (Gaia), extremamente complexo, que requer cuidados e deve ser fortalecido. Inclusive há razões cosmológicas que assumem a terra e a vida como momentos do vasto processo de evolução do universo. Igualmente se ressalta o caráter das inter-retro-conexões transversal entre todos os seres: tudo está ligado a tudo, em todos os pontos e em todas as circunstâncias (Boff, 2010).
15. Ver o livro de Jörg Leimbacher, Die Rechte der Natur (Os Direitos da Natureza), Baliseia e Frankfurt am Main, 1988. A tradução para o espanhol é feita pelo autor deste escrito. É preciso observar que este e outros textos sobre esta matéria chegaram às mãos do autor destas linhas em consequência da expedição da Constituição de Montecristi. Mais, com vários especialistas em temas constitucionais, com capacidade para abrir a mente e entender a transcendência destas propostas, está se trabalhando no que, em um futuro não muito distante, poderia ser a Declaração Universal dos Direitos da Natureza.
16. Sobre este tema se pode consultar a ampla contribuição de Martínez e Acosta (2010).
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