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El Río Jordán, escenario del bautismo del hijo de Dios, Jesús se ha convertido en un riachuelo sucio, contaminado y maloliente que corre serio riesgo de desaparecer este año. Al lugar, anualmente llegan cerca de 800 mil cristianos quienes viajan con la esperanza de poder, al menos, sumergir los pies en el mismo sitio donde Juan el Bautista mojó la frente de su primo, Jesús de Nazareth.
Sin embargo, esa expectativa se ve frustrada, pues para acceder al lugar, en el curso inferior del río, se requiere un permiso especial y una cita acordada con anticipación. Por ello, los visitantes deben contentarse con una parada en las orillas del río en cualquier otro lugar.
Científicos y ambientalistas lo anunciaron hace tiempo, pero el año pasado, en una conferencia sobre el agua realizada en Aman, la capital jordana, lanzaron un verdadero grito de alarma.
Sostenían que Israel, Siria y Jordania desviaban alrededor del 98% del agua del Jordán. "Hoy el nivel llega en algunos lugares apenas a los tobillos y hay que esforzarse para ver agua. Además, la diversidad de especies se redujo a la mitad ", alertaron.
Efectivamente, la reducción del caudal del río es dramática. Unos 1.300 millones de metros cúbicos fluían anualmente por el Jordán hace 80 años, hoy no supera los 100 millones.
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