Colombia |
Crisis climatica |
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Las recientes medidas anunciadas por el gobierno de Juan Manuel Santos para la "reconstrucción" del país después de la devastadora ola invernal; ponen de manifiesto la forma como se copia el modelo de la doctrina del shock que ya se ha utilizado en otros países ante situaciones similares. Las victimas de ola de violencia silenciosa que perdieron todo con el invierno ahora tendrán que llevar sobre su historia la "culpa" de medidas como la venta de Ecopetrol o el mantenimiento del 4 por mil hasta el año 2014. El pretexto no podía ser mejor: se necesita ese dinero para atender a más de dos millones de damnificados.
El concepto de ayuda humanitaria es hábilmente utilizado para implementar políticas que sutilmente terminan deteriorando la condición humana de las víctimas a las que supuestamente se les brindará atención. A partir de una serie de manipulaciones mentales y emocionales, la sociedad en su conjunto termina aceptando e incluso apoyando las medidas que van en su propia contra. La capacidad crítica se inhibe masivamente de tal forma que no se examina las causas generadoras de la crisis. El desastre que muchas veces se hubiera podido evitar termina siendo la justificación para la privatización de la obligación legal del Estado de brindar protección y dignidad a sus ciudadanos.
A propósito, la investigadora Claudia Card sostiene con mucha razón que una de las condiciones para que un desastre natural sea considerado como atroz, es justamente, que quienes sufren en carne propia este dolor, sepan o sospechen que él mismo se hubiera podido evitar por alguien tomando las medidas preventivas a tiempo. Pero la crueldad va mucho más allá cuando se toman medidas de atención de los desastres que a la postre terminan perjudicando a las grandes mayorías y enriqueciendo a unos pocos. La conocida teoría de la doctrina del shock se aplica religiosamente de acuerdo a las reglas ritualizadas de la ideología neoliberal. Privatizar en nombre de la atención humanitaria es la consigna.
La guerra psicológica se aplica en todo su esplendor y sus efectos no se hacen esperar:
1. Fatalismo generalizado
2. Parálisis psicosocial
3. Angustia e impotencia perturbadoras
4. Miedo masificado
5. Desesperanza
6. Búsqueda de referentes de resignificación basada en héroes, padrinos o dioses de todo tipo
7. Desorientación ideoafectiva
8. Sentimentalización de la vida cotidiana
9. Obediencia y sumisión a gran escala.
Valdría la pena observar con ojo crítico el documento en video sobre la doctrina del shock e intentar leer nuestras constantes crisis ecológicas y sociales no como cosa del destino sino como el resultado del mal manejo de los recursos del Estado por parte de las élites bipartidistas. Allí la psicología social tiene una gran responsabilidad en la perspectiva de contribuir con el desmonte de los tapaojos-mente. Sólo cuando las grandes mayorías de estos pueblos recuperen su memoria, su dignidad y su psicología popular se podrá avanzar en procesos de transformación social en los que el bienestar de unos pocos no se construya sobre el malestar y la miseria de otros miles.
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