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La investigadora María Teresa Alberdi, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha intervenido en el estudio del ADN de 22 fósiles de équidos del que se desprende que esta especie, que se originó en América hace 60 millones de años, se dividía, antes de su extinción, en tres linajes genéticos.
María Teresa Alberdi, la única española de la investigación de carácter internacional, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha informado hoy a través de un comunicado que el estudio ha consistido en una revisión de la diversidad equina del final del Pleistoceno, a través del análisis de ADN de 22 fósiles de unos 100.000 años de antigüedad.
Alberdi ha explicado que la familia de los équidos, cuyo origen se detecta en América del Norte, alrededor de hace 60 millones de años, fecha a partir de la cual los diferentes géneros se fueron desarrollando y expandiendo por el mundo hasta el final del Pleistoceno, hace unos 12.000 años, cuando la mayoría de los géneros que se conocen se extinguieron.
La investigación internacional, en la que han participado instituciones y universidades de Portugal, Chile, Argentina, Australia, Francia, Perú, Sudáfrica, Estados Unidos y Rusia, ha consistido en el análisis de los restos de 22 fósiles de la época pertenecientes a las tres regiones geográficas, Eurasia, África y América.
Según los resultados, la diversidad equina del Pleistoceno final se reduce a tres grandes linajes genéticos, ha explicado hoy Alberdi, quien ha señalado que aunque la literatura recoge unas 350 especies equinas, "la diversidad de los caballos pleistocenos ha sido sobreestimada", ya que pudieron ser catalogados como sinónimos por sus diferencias morfológicas debidas en parte a la adaptación a distintos ambientes.
La investigación cita como primer linaje a los caballos del viejo mundo (Eurasia) y marca las grandes afinidades entre los asnos salvajes de Asia o hemiones (Equus hemionus) y los extintos asnos europeos (E. hydruntinus) que, según los datos del estudio, sería una subespecie del primero.
Solo se conservan el caballo doméstico, la cebra común y el burro
Añade que en general, estos équidos se caracterizan por ser de pequeña talla y todas sus variedades pertenecen al género Equus, el único del que conservan especies vivas, como el caballo doméstico (E. caballus), la cebra común (E. quagga) y el burro (E. africanus asinus).
El segundo linaje está representado por los grupos americanos de équidos hippidiformes, los caballos esbeltos o gráciles y los caballinos.
Entre estos grupos se detecta que el segundo conjunto, endémico de América, está relacionado filo-genéticamente con los hemiones o asnos salvajes de Eurasia.
El género Hippidion se caracteriza por su gran cráneo de aspecto característico debido a la retracción de las fosas nasales y el alargamiento y estrechamiento del hueso nasal.
El tercer linaje corresponde al grupo de las cebras, cuya distribución está restringida al continente africano y que el estudio revela que en este grupo las diferentes especies están claramente relacionadas entre sí y separadas del hydruntinus (asno europeo) "con el que siempre se pensó que tenía una estrecha conexión", ha explicado Alberdi.
Según la investigadora del CSIC, "las variaciones genéticas entre unos y otros son muy pequeñas a pesar sus grandes diferencias físicas, que debieron ser consecuencia de la influencia ambiental".
Sin embargo, María Teresa Alberdi ha comentado que aún queda mucho por hacer en este campo, ya que nunca se ha hecho una revisión sistemática en detalle de la etapa final de la evolución de los équidos.


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