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El atún rojo, especie cuyos caladeros se han reducido en un 85 por ciento en los últimos treinta años, se juega su futuro en la reunión de la comisión internacional ICCAT, que desde hoy negocia en París las cuotas de pesca para 2011
Los participantes en la 17ª reunión extraordinaria de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) hasta el próximo día 27 deben decidir si hay que seguir reduciendo las cuotas pesqueras o si las medidas tomadas hasta el momento han servido para garantizar la sostenibilidad de la especie.
El atún rojo es lo que se denomina un "superdepredador", es decir, un animal situado en lo alto de la cadena alimenticia y cuya merma en número puede desestabilizar las poblaciones de otras especies marinas, con el consiguiente daño para diferentes ecosistemas.
Por ello, y ante la creciente presión de parte de la comunidad científica y ecologista, en los últimos años se han limitado las cuotas de captura, pasando de 29.500 toneladas en 2007 a las 13.500 actuales, con el objetivo de recuperar los caladeros de una especie que llegó a situarse al borde de la extinción en 2008.
Sin embargo, y aunque los estudios muestran que la salud global de ese atún ha mejorado en los dos últimos años, no hay consenso sobre el resultado exacto de las limitaciones pesqueras ni sobre el proceder para los años venideros.
Mientras que para los grandes países productores los informes científicos demuestran que manteniendo las cuotas se puede recuperar la comunidad atunera para el año 2022, otros agentes creen que es necesario limitar aún más las capturas o suspender la pesca.
En el primer segmento se posicionan países como Francia, España, Italia, Malta y Chipre, todos ellos miembros de la Unión Europea (UE), cuya cuota en 2010 era de 7.104 toneladas de capturas, incluidas las 2.536 de la flota española.
El ministro francés de Pesca, Bruno Le Maire, recordaba hoy que la posición gala pasa por no volver a recortar la cuota mundial, pues es "equilibrada" y "razonable", posición que comparte la titular española del ramo, Rosa Aguilar.
Con la reunión de París iniciada, los países de la UE apuran en Bruselas las opciones de llevar a este foro una postura común antes del próximo viernes.
Ésta pasa por mantener las cuotas, según los productores, frente a los esfuerzos de impulsar una rebaja en el volumen, como defienden la Comisión Europea, además del Reino Unido y Holanda.
Los ecologistas, por su parte, no tienen dudas sobre cómo se debería de proceder y desde organizaciones como Greenpeace, Oceana, WWF y el Grupo Pew Environment aseguran que para recuperar la especie hay que reducir al menos a la mitad las 13.500 toneladas de atún rojo que se puede capturar anualmente en todo el mundo.
Además, proponen que se prohíba la pesca industrial (en la que los pesqueros cercan a los atunes y los transportan hasta granjas de engorde donde los ceban durante unos meses antes de sacrificarlos sin opción a que se reproduzcan), que se protejan las zonas de desove y que se controle la pesca ilegal.
Especial interés levanta este último punto, pues los conservacionistas denuncian la supuesta laxitud de los países productores a la hora de perseguir a quienes sobrepasan las cuotas, y sostienen que, entre 1998 y 2007, uno de cada tres atunes capturados se destinó al mercado negro, lo que supuso un negocio de unos 4.000 millones de dólares.
El otro agente clave de la negociación es Japón, país que tiene "la llave" del mercado pues importa en torno al 80 por ciento del atún rojo para elaborar sushi y sashimi y que el pasado marzo se opuso a incluir ese pez en la lista de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), lo que hubiera prohibido su comercio.
La propuesta que el Estado nipón quiere llevar a la ICCAT -un celoso foro en el que no se permite la entrada a la prensa- se centra en prohibir la pesca a aquellos países que excedan sus cuotas en las capturas.
Para los ecologistas, es una iniciativa que va "en la dirección correcta, pero no es suficiente", según explicó que el responsable de pesca de WWF, Sergi Tudela.
Para los ecologistas, es una iniciativa que va "en la dirección correcta, pero no es suficiente", según explicó que el responsable de pesca de WWF, Sergi Tudela.
"El problema es más estructural", agregó Tudela, quien destacó que a los citados problemas se suma la escasa fiabilidad de los informes, pues en su mayoría provienen de la propia industria.
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