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La "indignación porque se destruya la naturaleza sin sentido" es lo que mueve cada día a Juan Carlos del Olmo, 'timón' de la delegación española de WWF, desde la que, en tono dialogante pero sin pasar una, asegura que la "política energética del Gobierno es un caos".
El secretario de WWF España (antiguamente Adena) se define como "un ecologista vocacional" que, inspirado por la rebeldía de "El barón rampante", peleaba desde niño porque no se destruyeran los arroyos y los árboles del barrio madrileño donde creció, Campamento.
Su fascinación por la figura de Félix Rodríguez de la Fuente le llevo a convertirse en 'cachorro' de uno de los "club de linces" que promovía el famoso naturalista con el fin reclutar para la causa ecológica a jóvenes que apuntaban sensibilidad ambiental.
De aquella época recuerda con una amplía sonrisa cómo "vivía y comía" en la oficina de Adena gestionando denuncias ambientales día y noche; seguro que con la misma pasión con la que 20 años después dirige la organización que creó Félix, convertida hoy en la delegación española de una ONG internacional de referencia que cumple 50 años: WWF.
Pregunta.- El movimiento ecologista parece estar asentado en España. Pero ¿Qué revulsivo necesita para seguir creciendo y mantener la complicidad de la gente?
Respuesta.- Tenemos que profesionalizarnos, buscar mensajes que conecten con la gente joven, y retomar la educación ambiental, una faceta que hemos abandonado últimamente y que los gobiernos han dejando de hacer. Especialmente la educación para el consumo, porque estamos educando a los jóvenes como consumidores, no para consumir menos.
También tenemos que tender puentes con las empresas, unas porque son reticentes y eso las hace muy interesantes, y otras porque pueden ser grandes aliadas en el cambio. Tenemos que trabajar más en las alianzas que es algo en lo que hay poca experiencia en España. Aquí el movimiento ecologista es muy guerrero y combativo, que es algo que hay que mantener como seña de identidad, pero es el momento de recoger lo que hemos sembrado y sumar a las empresas y a las administraciones a esta carrera.
P.- Precisamente por esas alianzas hay quien acusa a WWF España de "colaboracionista" con las empresas. ¿Qué le diría a esas voces críticas?
R.- Que nosotros estamos para influir a los sectores que pueden tener una mayor incidencia en el medio ambiente, y que eso en absoluto implica nada más. Yo me tengo que sentar a hablar con el presidente de Pescanova porque es un actor global, y cada coma que mueva en su política cambia el mundo. Además, cuando una empresa líder da un paso en favor del medio ambiente, todas las demás la copian. No podemos quedarnos en la denuncia y en la crítica, tenemos que hablar y avanzar con las empresas para cambiar las cosas.
P.- ¿Y qué pueden hacer los ciudadanos para ayudarles?
R.- Las encuestas nos dan un gran respeto público de los ciudadanos, pero nos falta que además de apoyarnos, se comprometan. El nivel de desarrollo de las organizaciones ecologistas en España es todavía mínimo comparado con otros países europeos. Apenas reunimos 200.000 socios entre todas.
Otra batallas que tenemos que dar es la del IRPF. Necesitamos acceder a esos fondos en la misma medida que el resto de organizaciones sociales, porque ahora accedemos en cantidades ínfimas. La gente no sabe que ese dinero que destina a organizaciones sociales no llega a las ONG que están trabajando por la calidad de su aire o por su biodiversidad.
P.- Hablemos de política, ¿Cómo ve el perfil ambiental del Gobierno?
R.- Muy bajo. Ha habido un parón en todas las áreas porque se han querido calmar las aguas. Las acciones reales no se corresponde ni con el discurso del presidente Zapatero ni con lo que se hizo en la primera Legislatura.
P.- ¿No cree que son ustedes unos nostálgicos de la "era Cristina Narbona"? (la ex Ministra de Medio Ambiente del primer Gobierno de Zapataro?
R.- Narbona produjo avances muy concretos en materia legislativa, pero, sobre todo, puso sobre la mesa un discurso político ambiental y unas ideas. Ese discurso ha desaparecido en esta segunda Legislatura porque para algunos sectores fue incómodo. El Gobierno les ha hecho caso y ha rebajado su perfil ambiental.
P.- ¿Qué le parece la nueva ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar?
R.- Hasta que no pasemos de las musas al teatro, como decía la propia Narbona, no lo sabremos. La primera toma de contacto ha sido muy positiva, muy abierta, muy de reconocer el papel de las organizaciones ecologistas, pero para lo que le hemos planteado no nos basta con buenas palabras. Solo queda año y medio de Legislatura y queremos avances concretos.
P.- ¿Tienen algún contacto con el principal partido de la oposición?
R.- El PP jamás nos ha llamado para preguntarnos cómo vemos su programa electoral en material ambiental o qué incluiríamos, como sí han hecho el PSOE o IU, y nos encantaría que lo hiciera. Hemos tenido reuniones para temas concretas con ellos, pero nada más.
P.- En este panorama, ¿Cómo ve el nacimiento de un partido verde como Equo?
R.- Muy necesario. España se merece un partido verde, fuerte y bien organizado, como lo hay en otros países.
P.- ¿Se plantea pasarse a Equo y ejercer el compromiso ambiental desde la política?
R.- No lo sé, pero de momento no me lo planteo, me veo más en el movimiento ecologista que en un partido político. No lo descarto a futuro, pero en este momento no. Eso sí, he tenido la suerte de conocer el proyecto desde el principio, porque Equo surge del legítimo sentimiento de impotencia de las organizaciones ecologistas para hacer llegar nuestras peticiones al Congreso.
P.- ¿Qué futuro le augura a Equo? ¿Y qué cree que sería un buen resultado electoral para este nuevo partido en las elecciones de 2012?
R.- Equo ha despertado mucha ilusión, y es una respuesta nueva, fresca y comprometida para la gente que está cansada de las fuerzas políticas tradicionales. Creo que tiene un gran futuro, y que entre un 5 y un 10 por ciento de los votos estaría bien para empezar.
P.- ¿Piensa que la ministra Aguilar está dispuesta a comprometerse en la lucha contra el cambio climático?
R.- Lo primero que le hemos pedido es que haga un anuncio público del compromiso de apoyar un 30 por ciento de reducción de emisiones como han hecho ya otros países, como Reino Unido o Alemania. No entendemos que siga dilatando esto. Aunque sólo sea por el principio de precaución, la ministra tiene que apostar por el máximo. Pero hay presiones muy fuertes que están haciendo que eso no se produzca.
P.- ¿Hace falta un pacto de Estado en materia de cambio climático?
R.- Absolutamente, y es así por las implicaciones económicas, sociales y ambientales de este problema. Es una amenaza enorme y cualquier medida seria que tomes ahora mismo tiene que ser continuada por los siguientes gobiernos, sobre todo en materia energética. Creemos que hace falta una Ley de Cambio Climático que permita un recorrido a largo plazo y que los compromisos se mantengan.
P.- ¿Que opinión le merece la política energética del Gobierno?
R.- Pienso que es un caos en cualquier punto que toques. Hay una enorme falta de visión sobre el futuro energético del país, que fundamentalmente afecta a las renovables. Y el principal problema es la incertidumbre. Cuando un empresario va a un banco a pedir un crédito o a planificar su inversión, no puede tener a un Gobierno veleta, que cada día dice una cosa.
En la primera Legislatura existió esa visión, pero eso se acabó cuando el Gobierno empezó a hacer caso de las presiones de algunos sectores que quieren seguir estirando el chicle de la energía nuclear, del carbón y del petróleo; y que no quieren que nada avance. Esperemos que, a partir de ahora, se pongan las pilas, sobre todo con la Ley de Energías Renovables, porque será una de las pruebas del algodón con las que vamos a medir el compromiso ambiental del Gobierno.
P.- ¿Qué espera de la Cumbre del Clima de Cancún?
R.- Que los gobiernos y los políticos estén a la altura de las circunstancias y devuelvan a la gente la ilusión perdida en Copenhague de que se puede lograr un acuerdo vinculante. Como mínimo, de Cancún debería salir un acuerdo firme para frenar la deforestación, y otro sobre cómo se va a transferir el dinero que se acordó en Copenhague para que los países en vías de desarrollo se adapten al cambio climático.
P.- ¿Cuáles cree que han sido los logros y las decepciones de este Año Internacional de la Biodiversidad?
R.- El logro es que la sociedad ha tomado conciencia de que cuando hablamos de proteger la biodiversidad no sólo hablamos de especies sino de los cimientos de nuestra economía y nuestra calidad de vida. También en entender que los ecosistemas están al límite. La decepción es que el convenio de Nagoya es totalmente insuficiente para frenar la pérdida de biodiversidad, porque lo que hace falta es un cambio de modelo económico y de desarrollo. Salvar la biodiversidad requiere un cambio más radical.
P.- Lleva 14 años como secretario general de WWF. ¿De qué logro se siente más orgulloso y cuál es el que más le gustaría conseguir?
R.- De lo conseguido, el trabajo que hemos hecho para la creación de la Red Natura 2000, gracias a ella tenemos el 40 por ciento del territorio protegido. De cara al futuro, sacar adelante la Red Natura marina sería un gran avance para la conservación.
P.- ¿Qué pueden aprender de WWF España otras delegaciones internacionales?
R.- La forma en la que integramos la comunicación en todas las campañas.
P.- La receta de WWF para salvar el planeta es "más renovables y menos carne". ¿Predica con el ejemplo?
R.- Cada vez más. Vivo de alquiler pero si fuera propietario intentaría tener la tecnología más eficiente. Y sí, cada vez eludo más la carne por razones éticas y prácticas. Si quieres ayudar al planeta cuanta menos carne de vaca mejor, porque gran parte de esa carne viene de Latinoamérica, donde se ha deforestado para instalar granjas donde los animales viven en situación de cadena perpetua.
P.- ¿Es aficionado a los restaurantes japoneses?
R.- Jamás iría a un restaurante donde se consuma atún rojo. Hemos logrado que en algunos de ellos los cocineros se hayan comprometido a ayudarnos y sacar el atún rojo de las cartas, aunque sea algo puramente simbólico.
P.- Se define como un enamorado del campo, recomiende a los urbanitas un lugar increíble para practicar turismo de naturaleza en España.
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