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El Jardín Botánico de Madrid alberga un tesoro oculto entre las paredes de su herbario, miles de plantas con sus flores, frutos y semillas dispuestas para ser dibujadas y pintadas a mano sobre láminas de papel, en un alarde de destreza pictórica donde se conjuga el rigor científico con el arte.
Juan del Castillo, "ilustrador científico botánico", cómo a él le gusta definirse, trabaja en el herbario del Jardín, desde donde cada día dibuja en láminas "el alma" de la Flora Ibérica para crear dibujos no sólo perfectos, sino útiles para la identificación de especies botánicas.
En una entrevista, Castillo ha afirmado que un dibujo botánico debe reflejar "alma y naturaleza" y no ser sólo "el reflejo de un boceto", pero para eso hay que hacer una labor de divulgación. "El alma de estas láminas -ha precisdo- está en compartirlas, en conocerlas, hay un algo detrás de cada planta-lámina que las hace únicas".
Cuenta la anécdota de que, durante la Guerra Civil española, las láminas de arte botánico se empaquetaron junto a los lienzos del Museo del Prado para que no fueran destruidas: "si el público supiera este detalle - ha dicho- el aprecio por las láminas sería mayor".
El dibujo científico condiciona el arte
Apoya la tesis de que "en nuestro trabajo el dibujo científico condiciona el arte, hay que seguir un modelo botánico que establece la arquitectura de la planta, ya que las especies que describen estos dibujos tienen cada una características que las diferencian de las demás. Si no, serían otras especies".
El método de ilustración parte de una planta en la que el dibujante, lupa en mano, disecciona con el lápiz cada pieza de la misma y posteriormente pinta cada una de esas partes: estambres, sépalos, pétalos y frutos para terminar en un dibujo artístico que muestra los caracteres científicos que identifiquen la planta, última finalidad de la obra.
Reconoce que cada vez es más frecuente que la fotografía sustituya a los dibujos a lápiz, pero, para él, la fotografía aporta "la realidad del momento" y la ilustración de una planta es "una representación de la realidad filtrada a través del conocimiento del científico que guía al ilustrador".
En este contexto, Juan del Castillo ha subrayado que una fotografía oculta características importantes desde el punto de vista científico y taxonómico y ha comentado que la ilustración, en cambio, aporta miles de datos a los que la foto no llega.
Está de acuerdo en que la palabra escrita, el lenguaje es "un buen soporte para la ilustración", pero nunca una descripción puede ganar terreno a una imagen y lo explica con un ejemplo: "el texto que acompaña a las láminas del siglo XVIII está en mucho de los casos descatalogado, en desuso, pero la ilustración sigue vigente".
No podemos olvidar, asegura Castillo, que hace siglos el conocimiento botánico estaba unido a la medicina y, al separarse de esta rama, se empezaron a tener en cuenta caracteres a los que antes no se les daba importancia alguna.
Las ilustradores actuales tienen en la escuela botánica de José Celestino Mutis (1732-1808), un modelo a seguir, pero Castillo no lo considera el padre de los ilustradores de hoy en día. "Todos -ha explicado- han ido dejando un poso del que tú te nutres; primero intentamos igualar ese trabajo y después mejorarlo, puesto que no hay una escuela, es un aprendizaje diario".
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