Brasil
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Brasil comenzó a subastar a empresas privadas parte de su selva tropical para explotación forestal, hecho que suena como la peor pesadilla para un ambientalista. Pero el Gobierno brasileño afirma que así va a reducir la tala ilegal, que las selvas serán manejadas de manera sustentable y agrega el enorme potencial de utilizar la tala como parte de la economía del Amazonas, dando trabajo a 25 millones de personas que viven en la región.
La cuestión es si esta política puede ayudar a salvar la selva tropical del Amazonas o simplemente legaliza su destrucción.
El problema con el Amazonas no es tanto la tala, sino la tala ilegal. Las concesiones permitirán a las empresas tomar solo 25 metros cúbicos de madera de cuatro a seis árboles por hectárea, y se asegurarán de que no se dañen los árboles alrededor. Además, las empresas no pueden regresar a la misma hectárea de nuevo por 30 años, lo que permite a la selva recuperarse y volver a crecer.
En lo que se refiere a la importancia del problema de la tala ilegal, los expertos indican que existen operadores responsables que trabajan en terrenos privados, pero la mayoría lo hace de manera descuidada, derriban árboles y causan mucho daño. Lo que esperan los expertos es que en el largo plazo las concesiones suministren el 80% de la madera para el mercado, medida que permitirá reducir la demanda de madera no regulada de bosques privados.
Los ambientalistas de la política de Brasil piensan que se puede llegan muy lejos favoreciendo a los madereros responsables y evitando usar los recursos de algunas zonas. Se sabe que cuando esta política fue propuesta por primera vez, algunos grupos ambientalistas se opusieron a cualquier tipo de actividad económica en la selva. La resistencia disminuyó cuando su atención se movió a las principales causas de la deforestación: la agricultura y la ganadería.
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