Con sus hojas de color verde intenso cubre las paredes formando un tupido manto viviente. Pero también daña, con sus raíces, su superficie y estructura.
Así se comporta la hiedra.
O, mejor dicho, así se creía que se comportaba hasta que un estudio, llevado a cabo recientemente por investigadores británicos, demostró no sólo que la hiedra protege a las paredes de las inclemencias del tiempo, sino que también les brinda un servicio ecológico.
El hallazgo tiene un gran valor para los arquitectos y especialistas que trabajan en la conservación de edificios y construcciones históricas.
Contra la contaminación
Tras estudiar los efectos de la hiedra sobre una variedad de muros expuestos a distintas condiciones climáticas, el equipo de científicos de la Universidad de Oxford, descubrió que esta planta actúa como si fuese una "pantalla térmica", protegiendo a la pared de los cambios de temperatura que hacen por lo general que ésta se llene de grietas.
Gracias a la hiedra, durante el invierno, la temperatura de las paredes es un 15% más elevada que la temperatura ambiente, y en verano, la superficie de la pared registra una temperatura más fría que la del ambiente, con una diferencia de un 36%.
"Pero además, la hiedra ofrece otros beneficios: filtra la contaminación", le explicó a Heather Viles, Profesora de Biogeomorfología de la Universidad de Oxford y líder del proyecto de investigación.
"Si la pared está ubicada en una zona de mucho tráfico, la hiedra es muy eficiente atrapando partículas contaminantes dentro de sus hojas", explica Viles.
La ventaja de la hiedra comparada con otras enredaderas es que esta planta, al menos en Inglaterra, crece todo el año, con lo cual sus beneficios son constantes.
"Aunque creemos que en cualquier país en el que crezca, cumplirá la misma función", agrega la investigadora.
La culpable no es la hiedra
Por otra parte, no importa si la pared es nueva, vieja o de qué material está hecha: el aporte de la hiedra es el mismo.
"El único elemento a tomar en cuenta, es que el muro no esté dañado, porque si tiene roturas y agujeros, las raíces se colarán por ellos y contribuirán a su deterioro", señala Viles.
Y es precisamente esta característica, la que -al parecer- le ha jugado en contra a la planta, y la ha hecho merecedora, injustamente, de su mala fama.
"Mucha gente dejaba crecer a hiedra sobre sus paredes sin antes revisar su estado. Cuando la sacaban y notaban los muros dañados, irremediablemente le echaban la culpa. Pero lo más probable, es que la pared haya estado en malas condiciones antes de ser tapada por la enredadera", concluyó Viles.
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