Los parapsicólogos han documentado casos de lo que se conoce como anpsi, fenómenos psíquicos en los animales. Los animales siempre han demostrado habilidades psíquicas en el terreno de la parapsicología. Se cuenta de muchas personas que han visto u oído fantasmas de animales, o bien el hecho más natural de que los animales se comporten de una manera especial cuando presienten alguna presencia fantasmal.
Se cuenta del estudio de un parapsicólogo que mantuvo en una casa encantada de Kentucky a un perro, un gato, una serpiente de cascabel y una rata. En primer lugar, metió al gato en una de las habitaciones encantadas de la casa. El gato se subió sobresaltado a una de las sillas de la habitación, salió corriendo y se negó más tarde a regresar a esa habitación.
El perro, que también estaba cerca, no paraba de ladrar y aullar, saliendo de la habitación y no queriendo entrar más. La rata no reaccionó, mientras que la serpiente de cascabel salió más despacio de la habitación.
Se cuenta también la historia de tres amigos que vieron el fantasma de un gato en 1900 y escribieron su experiencia para la revista Occult Review. En esa época, era una práctica común usar pseudónimos, por miedo al ridículo, para aquellas personas que habían sufrido algún caso de fenómeno psíquico.
Estos tres amigos eran Thane, Rue e Ilona, que estaban sentados en el salón de Thane, esperando la llegada de la gata Kitty, un gato persa de color gris, al que había ido a buscar el cocinero de la casa. Había noches en las que Kitty tenía que ser obligada a entrar en casa. El cocinero la llamó desde el balcón. La ventana se abrió y apareció un gato en la ventana, que se dirigió rápidamente hasta la puerta.
Los chicos miraron al gato y se dieron cuenta que no era Kitty, sino que era un gato persa negro. Antes de que Thane tuviera a Kitty, había tenido a un gato persa negro, que se llamaba Ruff, quien tenía la costumbre de lanzarse a la ventana cada vez que se abría. El cocinero no había visto al gato negro entrar, y eso que estaba en la ventana llamando a Kitty. Unos minutos más tarde, la gata apareció por la puerta, y el gato persa negro desapareció. Ellos lo buscaron por toda la casa, pero no dieron con el misterioso gato.
Rue escribió que el cocinero les pidió que bajaran a la cocina para ver el extraño comportamiento que adquiría Kitty cada vez que abría el armario. Kitty actuó extrañamente en varias ocasiones más. Algunos días se negaba a dormir en su cesta, y otros días no quería comer en la cocina, y había que hacerlo fuera de la casa.
Mientras Rue observaba, el cocinero cogió a Kitty y comenzó a acariciarlo. A su vez, intentó abrir disimuladamente el armario, sin que Kitty se diera cuenta. Al percatarse, el gato miró al armario aterrorizado, y arañando incluso al cocinero, saltó de sus brazos y salió corriendo despavorido. Algo había dentro del armario que aterrorizaba a Kitty.
Ruff había sido el gato favorito del cocinero, y le había cuidado hasta sus últimos días. El gato murió en su cesta, y desde entonces, el cocinero la había guardado dentro del armario. ¿Quizás fuera tal vez esa cesta y el fantasma de Ruff el que le diera tanto pavor a Kitty
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